Sin
salida al mar y rodeado por naciones convulsas, el cintur�n subsahariano esconde
una bomba de tiempo. La emergente alianza entre el Islam y las izquierdas cobra
all� un sentido nuevo aguijoneando a un mismo tiempo las cuestiones religiosas y
�tnicas en una poblaci�n fuertemente vinculada al sentimiento m�stico y orgullo
racial.
Perspectiva
regional
Mal� es uno de los
pa�ses m�s grandes de �frica.
El antiguo, rico y poderoso imperio fue sometido a la colonizaci�n francesa y
posteriormente a la �rbita sovi�tica bajo el yugo de Modibo Keita, quien impuso
una pol�tica de partido �nico y confiscaci�n de recursos productivos.
El golpe militar
que intent� moderar las pol�ticas desastrosas de Keita, sin embargo, no pudo
luchar contra la violenta agitaci�n pol�tica de los derrocados y el impacto de
las sequ�as de 1968 y 1974. La represi�n a la oposici�n fue moderada - hasta
principio de los noventa - con un proceso liberal interrumpido por la violencia
�tnica originada por el retorno masivo de tuaregs y el consecuente nuevo golpe
de Estado de 1991 que derivar� en una transici�n democr�tica � con un primer
movimiento hacia la anticorrupci�n y un posterior retorno a los militares
golpistas del 91 - y una nueva Constituci�n.
Diez a�os despu�s,
la madurez democr�tica ha mejorado sus relaciones con el mundo libre
convirti�ndose en una de las naciones africanas pol�tica y socialmente m�s
estables pese a no haber resuelto a�n los temas pendientes a nivel interno en
materias de derechos humanos y los graves conflictos fronterizos enfrentados con
fuerzas armadas ineficientes y mal pagadas. Su poblaci�n - fuertemente religiosa
� se compone por un 90% musulm�n y una diferencia dividida entre un 5% cristiano
(2/3 cat�licos y un tercio protestante) y un restante 5% que mantiene sus
tradiciones animistas.
Mal� vive de la
pesca y de la agricultura - 80% de la poblaci�n - con un nivel de vida de los
m�s pobres del mundo, donde la mitad de la poblaci�n sobrevive por debajo del
m�nimo de sus necesidades: US$ 1.25 por d�a para un pueblo sujeto al desempleo
durante las variaciones estacionales.
El N�ger fue en su
pasado el poderoso reino Hausa. Los nigerinos
vivieron el proceso de descolonizaci�n a trav�s de un gobierno moderado que
culmin� en un proceso democr�tico interrumpido, como en Mal�, por el
levantamiento tuareg que exig�a tierras para su ganado. Paralelamente a Mal�,
los movimientos estudiantiles y la agitaci�n pol�tica devinieron en el nuevo
golpe de estado de 1996 a manos del Coronel Mainassara, que devolvi� el poder a
los civiles tres a�os despu�s con el triunfo de la oposici�n y la reacci�n de la
c�pula militar que le hizo asesinar en manos de su propia Guardia de Corps.
N�ger depende del uranio y sufre una de las sequ�as m�s fuertes de la regi�n.
Cuatro millones de habitantes viven bajo una permanente situaci�n de riesgo,
basada en una agricultura pobre y orientada al consumo interno. Dentro del mundo
isl�mico, N�ger ostenta un 97% de poblaci�n musulmana.
Chad, por su parte,
posee el segundo lago m�s grande del continente y debe a �ste su nombre.
Presenta una de las mezclas raciales m�s complejas, superando las 200 etnias a
las que adscriben los dos grupos religiosos m�s importantes, el cristianismo
(34%) y el Islam (54%). El proceso de descolonizaci�n iniciado en 1960 origin�
una sangrienta guerra civil donde las tropas musulmanas ahogaron a la poblaci�n
cristiana del sur e impusieron un gobierno nacional - veinte a�os despu�s - que
no elimin� las guerrillas internas entre facciones. No ser�a hasta transcurridos
otros veinte a�os que Habr� ser�a derrocado por Idriss D�by, su general.
El caos continu�,
complic�ndose con la crisis de Darfur (Sud�n) y los asentamientos para
refugiados. Bajo un conceptual sistema multipartidista, la realidad concreta
aglutina el poder bajo el partido presidencial � Movimiento Patri�tico de
Salvaci�n � en un contexto de permanente caos, creciente violencia pol�tica y la
amenaza siempre presente de nuevos golpes de estado. Pese a la riqueza del
petr�leo � que desplaz� como principal fuente de ingreso al algod�n � su
poblaci�n es una de las m�s pobres (quinto pa�s m�s pobre) y analfabetas � pese
a la obligatoriedad de la ense�anza solo el 68% de los ni�os asiste regularmente
a una escuela y la mitad de los habitantes es analfabeto - del mundo a la par de
sufrir uno de los sistemas gubernamentales m�s corruptos a nivel mundial.
Emerger de una
amenaza
El terrorismo, como
fantas�a de la guerra fr�a, ha mudado su forma y fondo. No su sentido. Menos
vertical en el mando y mucho m�s flexible, ha encontrado en las generaciones
j�venes que sufren una p�rdida del sentido de vivir, un ideal superior al que
inmolarse con un justificado desprecio del enemigo desde el punto de vista de la
�pureza de la fe�. Lo mismo, mutatis mutandis, podemos decir de los aspectos del
terrorismo pol�tico-ideol�gico. Tildarlo de medida mercantilista donde el
terrorista vende su vida por un pu�ado de dinero es una miop�a indecible.
Osama Bin Laden ha
echado sus garras en la zona. Convirtiendo al terrorismo argelino en su hijo
predilecto, irradi� la zona con el toque m�gico del favoritismo del l�der. El
fervor terrorista se contagia por el �rea de conflicto, pasando sobre fronteras
y diferencias �tnicas o hist�ricas, si bien se servir� de las diferencias para
fomentar el odio y la agitaci�n violenta.
La liberalizaci�n
de las condiciones sociopol�ticas de T�nez, Marruecos y Argelia impuso
condiciones m�s duras para la plena aceptaci�n de los ideales sangrientos de Bin
Laden. Su nariz, en ese momento, comenz� a olfatear el cintur�n subsahariano:
descontrol del territorio, agitaci�n y crisis humanitaria.
Sin embargo, el
mundo occidental no prest� atenci�n al problema hasta el atentado frustrado
contra un avi�n norteamericano la navidad pasada perpetrado por el terrorista
nigeriano Umar Farouk Abdul Mutallab, de 23 a�os, originario de Katsina,
fronterizo con N�ger
La yihad proclamada
desde Al Qaeda se extiende peligrosamente desde la zona militarizada del norte
argelino � engrosada con mujahidines originarios de pa�ses vecinos - sobre este
cintur�n subsahariano. Un terrorismo fundamentalista y violentamente militante.
Si bien est�n comandados por Abdelhamid Abu Zeid, y sus mandos intermedios
(todos argelinos), est� nutrido por el sur argelino y tropas mauritanas,
nigerinas y mal�es.
Para dimensionar la
necesidad de expansi�n, recordemos el golpe sangriento de 1997 en Argel, cuando
los islamistas volaron dos edificios � uno de ellos de la ONU � asesinando a 72
personas si bien la versi�n oficial s�lo reconoci� 30 muertos. La reacci�n
militar de 2009 acab� con 7 jefes de bandas (emires) dentro de un saldo de 200
terroristas muertos, con un costo de 120 uniformados y efectivos policiales.
Tras el sangriento enfrentamiento la influencia en territorio argelino comenz� a
declinar. Ni imponerse entre las poblaciones m�s occidentalizadas de T�nez y
Marruecos, donde la estrategia salafista argelina mut� su nombre por AQMI.
Con un costo
estimado de 10 millones de euros pagados en rescates por los gobiernos, la
agresi�n salafista se ha financiado gracias al ejercicio del �ltimo a�o con
operaciones que incluyeron un saldo de 12 rehenes, 5 liberados, 6 que permanecen
secuestrados y un asesinado. La mis�rrima Mal� re�ne anualmente esa cantidad por
concepto de turismo.
Pero la industria
del secuestro no es la �nica v�a de financiamiento terrorista, como se comprueba
en todo el mundo. Antonio Mar�a Costa, responsable del seguimiento del
narcotr�fico para la ONU, declar� poseer pruebas de tr�fico de drogas a trav�s
del cintur�n Mal�-Niger-Chad, aprovechando la facilidad de movilizaci�n de
fronteras mal protegidas, facilitadoras de emigraci�n terrorista y
narcotraficante de coca�na para el oeste y hero�na para el este. Y de paso
financian la agitaci�n en manos de las fuerzas antigubernamentales.
Para ello cuentan
con la benevolencia occidental. El golpe de estado del 2008 perpetrado por el
general mauritano Mohamed Ould Abdelaziz contra el gobierno democr�tico fue
tolerado por Espa�a y Francia, socios comerciales de la naci�n. Al a�o siguiente
un norteamericano era asesinado y se intent� destruir la embajada de Francia.
Cerca de all�, en Mal�, se asesinaba a 28 soldados y a un par de oficiales de
inteligencia. Poco m�s all�, 4 turistas saud�es eran asesinados en el oeste de
N�ger�
El gobierno
socialista espa�ol invoc� acuerdos de pesca para no sancionar los hechos,
acuerdo que de paso resultaba �til para contener la emigraci�n clandestina y
fiscalizar los movimientos terroristas. El general mauritano Abdelaziz destituy�
al general Ahmed Ould Bekrine, jefe de gendarmer�a, por no investigar el
todoterreno en que fueron transportados los espa�oles rehenes de Al Qaeda del
29/11. Hoy Espa�a desaconseja el turismo hacia el Magreb.
Sin embargo,
Mauritania es un pa�s estable, dentro del contexto. No es el caso del cintur�n
descontrolado Mali-Niger-Chad. La rebeli�n Tuareg permanece activa en medio de
un �rea inmersa en conflictos sociopol�ticos e inestables, filtrados por el
narcoterrorismo isl�mico.
Resulta imprudente,
por tanto, mantener una pol�tica conciliatoria e indolente por parte de las
naciones europeas hacia el problema que amenaza con extender su acci�n criminal
por toda la regi�n, afectando la seguridad del viejo continente y todo occidente
en general.
El cintur�n
subsahariano deber�a ser, hoy por hoy, el centro de las preocupaciones de
analistas, pol�ticos y l�deres sociales europeos.
No s�lo lo que
sangra bajo los focos de la gran prensa internacional.