Marchan
en las principales capitales de occidente contra el lucro. Ocupan espacios y
edificios p�blicos, destruyen la propiedad, atemorizan a la poblaci�n o crean
ingeniosos esl�ganes que recuerdan a la revoluci�n de Mayo del 68.
Al
parecer el lucro se ha convertido en el �Gran Satan�s�[1]
del siglo XXI. Se protesta contra empresas, universidades, bancos, colegios,
agrupaciones m�dicas y contra todo aquel que pueda lucrar o favorecer el lucro.
Bien podr�a llamarse a esta revoluci�n �la rebeli�n de la miseria�. Se presentan
miserables y se oponen a las ganancias. Nadie gana, nadie pierde, todos iguales.
Hablando con franqueza
�Qu�
es el lucro? Cada vez que usted toma un producto, conocimiento o servicio y lo
ofrece a alguien que lo necesita por un precio superior a los costos, est�
lucrando econ�micamente.
El
campesino que cultiva manzanas y las vende por un precio superior al que le
cost� producirlas, lucra. Y aquel que las lleva a la ciudad y las despacha cerca
de su domicilio, para evitarle un viaje hasta el campo, y las vende a un precio
superior al que se las compr� al productor y a los costos de transporte, lucra.
Un profesional que pag� por sus estudios, a lo largo de su vida acumula ingresos
que significan decenas o cientos de veces lo que invirti� para estudiar. Ni
decir aquel que estudi� gratuitamente. Siempre que el ingreso sea superior al
costo, se lucra. Y esto es necesario. De lo contrario se trata de una p�rdida de
tiempos (no s�lo en la producci�n, sino en la formaci�n), materiales, espacio,
etc.
E
incluso si no se trata de dinero, hay un lucro en otros conceptos: imagen
p�blica, valor de marca, peso pol�tico, influencia ideol�gica o espiritual, etc.
En este sentido, a�n una marcha de protesta tiene un lucro si el resultado
reporta una ganancia para sus ide�logos organizadores.
Sin
embargo, para ellos lucro, beneficio, poder en pocas manos�. es el pecado que se
debe combatir en manos de redentores y purificadores del �sistema decadente
capitalista�, que � seg�n dicen - ofrecen una era nueva de igualdad, libertad y
fraternidad.
Robin Hood renovado
El
discurso de la izquierda no tendr�a eco si no se agitase ciertos mecanismos en
la poblaci�n que est�n acompa�ados de alg�n argumento razonable. Apelan,
entonces, a las desproporciones entre ingresos extremos y las condiciones de
vida de los menos favorecidos. Proponen, a continuaci�n, un comunismo
enmascarado de Robin Hood, rob�ndole a los ricos para darle a los m�s pobres.
El
sistema Robin Hood se predica seg�n el grupo al que se le inyecta el veneno
socialista. A escala mundial, como remedio global entre pa�ses ricos y pobres, a
nivel nacional para protestas masivas o m�s locales. Var�a la escala pero no el
mensaje.
Var�a,
incluso, el enemigo. Se trata, en el fondo, de una lucha de clases por el poder.
Se atacar� a los bancos o a los empresarios, a los pol�ticos o a la sociedad
misma, a la religi�n o a una raza supuestamente dominante, siempre y cuando no
sea un emblema de los oprimidos. Todo vale, se apoyan unas causas con otras, se
protege al terrorista o al vandalismo, se vela por la impunidad y se acusa,
persigue y castiga a quien defienda, por cualquier medio legal, la propiedad y
seguridad de los ciudadanos, pues defiende, para los nuevos Robin Hood, un
sistema injusto y opresivo.
El
problema de fondo
Este
discurso global podemos detectarlo en los occupies americanos y europeos,
en los marchistas de distintas banderas, en las nuevas autodenominadas
�primaveras� y en las protestas isl�micas dentro y fuera de la autoridad
musulmana.
La
intelectualidad roja, vestida con el color y moda que le convenga, sostiene el
mismo discurso para apoyar y promover la misma revoluci�n. Defienden los mismos
intereses, protegen y justifican los mismos cr�menes y elogian al mismo Robin
Hodd renovado.
El
lucro se ha convertido en el gran demonio moderno, se lanzan acusaciones a las
utilidades haciendo de quienes producen una nueva especie de criminales. Se
clama la subvenci�n no s�lo de quienes precisan incentivos para alcanzar un
estilo de vida como desean, sino como un derecho adquirido
Como
dec�a el pensador y economista americano Thomas Sowell, �Uno de los tristes
signos de nuestros tiempos es que hemos demonizado a los que producen,
subsidiado a los que se reh�san a producir y canonizado a los que se quejan�.
La
protesta global ha hecho de estos signos su bandera y arma de lucha. Resta a
Occidente reaccionar con energ�a, denunciarlo y poner en acci�n los remedios y
medios para que la realidad se imponga a los nuevos revolucionarios herederos de
Marx, Lenin y Mao.
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