Primero
fue la Intifada palestina convertida en acciones de guerra por movimientos
isl�micos encarnados en �Hamas� y cong�neres. Luego los atentados contra los
Estados Unidos de Norteam�rica por parte de Al Qaeda. Hoy la cuesti�n iran� y el
problema de Eurabia. Entre ellos, el sinn�mero de acciones isl�micas radicales
que ensangrentaron el id�lico panorama que intentaba forjarse el esp�ritu
burgu�s occidentalizado.
A prop�sito de los
incendiarios eventos en Asia y Oriente Medio, sin olvidar el conflicto
indio-paquistan�, ha resonado en boca de periodistas e intelectuales la misma
palabra:
�Yihad�
Pocos, sin embargo,
comprenden bien de qu� hablan y qu� repercusiones, significados y sentidos tiene
para al mundo musulm�n. Quiz� por simplificarlo para la prensa de masas o por
imposibilidad de asimilar conceptos extra�os a los propios, el Yihad ha sufrido
monstruosas deformaciones.
El Yihad no se
traduce por �Guerra Santa� como tan simplonamente lo vociferan algunos
�formadores de opini�n�. El Yihad es, ante todo y por sobretodo, la base
asc�tica del Islam. Es la forma de purificaci�n, perfecci�n y realizaci�n de los
valores que defiende y propone el Islam. Algunos llegan incluso a enunciarle
como el sexto pilar.
Resulta dif�cil
captar esta visi�n de las cosas al occidental compulsivamente pacifista. Despu�s
de todo, para occidente Gandhi y sus ideas hoy son el supremo valor ante el cual
debe claudicar cualquier otro valor, como la leg�tima defensa, un ideal o el
sentido de justicia.
El Islam qued� a
salvo de la influencia de la �no-violencia�. En muchos puntos se asemeja m�s a
lo m�s puro de las gestas religiosas antiguas. Es una violencia santa,
purificadora, constructora del ideal musulm�n.
Por ello Muhammad
hablar� de los dos Yihad: el menor y el mayor. El menor es la lucha contra la
idolatr�a y la falsedad, que se oponen a la religi�n. El mayor es el de
realizaci�n personal, el af�n de superaci�n y de perfecci�n conforme a los
principios que fundan la fe. Equivaldr�a � en t�rminos cristianos - a la lucha
por la �santidad�. Y ense�aba que para estas luchas no hab�a techo, porque lo
propiamente humano es la acci�n y la lucha. Siempre habr� error que derribar y
defectos que superar. Es la lucha, en definitiva, por alcanzar la libertad en
Allah.
Es dif�cil para los
occidentales comprender el Islam porque �ste no est� constituido de forma
similar a la cultura judeo-cristiana. El Islam es una religi�n prof�tica y el
cristianismo, por ejemplo, se constituye como una sociedad religiosa eclesial,
cuya m�xima cabeza visible es el Papa que es la autoridad doctrinaria m�xima. El
Islam, en cambio, no es una iglesia. Ni cuenta con un clero ni con una autoridad
docente.
En este sentido el
Islam se asemeja m�s al protestantismo, que carece de unidad para la
interpretaci�n de la Escritura revelada. Difieren las opiniones y las
interpretaciones. Como en el juda�smo posterior a la di�spora, se conservan
voluminosas recopilaciones de opiniones e impresiones de expertos en el libro
revelado, difiriendo muchas veces unos de otros hasta extremos opuestos.
Esto hace m�s
compleja la comprensi�n de las aplicaciones pr�cticas del Yihad.
En su mentalidad el
Yihad es el esfuerzo santo por aplastar toda opresi�n y terror. El ideal
religioso est� por encima de los propios intereses. Por ello da sentido y une a
pueblos distintos con visiones y anhelos muy diferentes entre s�. Es una fuerza
incontenible que une lo religioso con lo pr�ctico. El mundo se divide en
territorio de fieles y tierras infieles. Defender las tierras del Islam es
defender a Allah vulnerado en una agresi�n. Conquistar tierras no es un acto de
expansi�n territorial sino una obra piadosa agradable a Allah, quien devolver�
con creces el sacrificio. Cuando lucha por su pueblo amenazado por una fe o
potencia extra�a al Islam, es Allah quien recompensar� este �pr�stamo santo�.
Cualquier combate que afecte al Islam, en resumen, es un combate en nombre de
Allah y para servicio de Allah. Cualquiera que sea el demonio que haya que
combatir, el Yihad se ofrece como el �exorcismo� capaz de conjurarlo y
expulsarlo temporal o definitivamente, seg�n sea el impulso espiritual con que
se haya combatido.
S�lo as� se alcanza
la ansiada
Salam
� la paz � amada por todo musulm�n como la realizaci�n m�xima de su ideal. No se
busca sino la paz. Pero no la paz entendida como la creen los pacifistas, sino
que vuelve a encontrarse � si bien desde campos opuestos � con las aut�nticas
tradiciones cristiana y jud�a. La paz s�lo puede ser entendida como el imperio
absoluto e irrestricto de Dios, quien gobierna en todo y para todo. Si Allah es
uno, uno ha de ser el mundo bajo Su mano. Si Allah es el Se�or de los mundos,
todos los mundos han de estar bajo Su dominio.
Por ello es imposible
para los occidentales modernos comprender el alcance del Yihad. Entender, por
ejemplo, por qu� ante sus ojos no tienen validez los Estados creados por la
fuerza por poderes extra�os al Islam. S�lo entendiendo desde esta perspectiva se
puede comprender la enorme fuerza con que se lucha y se anhela el dominio de
todo para extender la �paz verdadera�, que es el gobierno de Allah, donde toda
injusticia es superada y todo mal remediado.
Como vemos, resulta
infantil suponer que el Yihad est� movido por caprichos culturales como, por
ejemplo, irritaci�n al contacto con la cultura occidental. Y absurda resulta la
interpretaci�n de Yihad desde el punto de vista Marxista, donde todo es
motivaci�n humana y la causa final de las guerras es la econom�a. Lo que debemos
entender del Yihad es que es una motivaci�n fuertemente impulsada por odio
religioso, que no detendr� al terrorista en su intento de obrar en nombre de
Dios y por una causa �pac�fica�.
Para combatir una
guerra santa no se puede recurrir a provechosos acuerdos comerciales ni a
vergonzosas claudicaciones de leg�timos derechos para contentar las intentonas
terroristas. Una guerra movida por un ideal s�lo puede ser combatida por un
ideal contrario, m�s alto, m�s noble y que busca la verdadera paz, esto es, dar
tranquilidad en el orden.
Mientras Occidente no
comprenda esto el Yihad crecer� y aliado del Terror Rojo ser� imparable.