Hay
grupos de personas de etnia
hmong viviendo en la selva en
las provincias de Bolikhamxay,
Xieng Khouang, Vientiane y Luang
Phrabang, incluida la zona
especial de Xaisomboune, que
estuvo bajo administraci�n
militar hasta el a�o 2006 y
abarcaba parte de las tres
provincias anteriores.
Durante los �ltimos a�os, el
disminuido grupo de parias est�
completamente rodeado por las
tropas del gobierno de Laos que
los acecha y caza
incesantemente. Quedaron
atrapados en una angosta franja
de jungla, con todas las v�as de
escape bloqueadas por soldados o
minas antipersonales.
Los grupos que han podido
ponerse en contacto con el mundo
exterior o han recibido visitas
clandestinas de periodistas se
componen de hombres y mujeres �
incluidas personas de edad
avanzada �, ni�os y ni�as. Seg�n
ellos, no han participado en
ning�n ataque contra las fuerzas
armadas, pero �stas los
persiguen y los atacan
constantemente.
Los periodistas que han visitado
la selva dijeron que las
personas que encontraron son en
extremo vulnerables porque se
esconden de las autoridades y
son objeto de ataques violentos.
Viven con sus familias y
comunidades en peque�os grupos
luchando mas que nada por
sobrevivir, incapaces de hacer
efectivo su derecho humano a un
nivel de vida adecuado para su
salud y bienestar, ya que
carecen de alimentos, vestidos,
vivienda y asistencia m�dica.
Han descrito a ex rebeldes
armados y personas que viv�an
ocultos con medios muy limitados
de supervivencia y aislados de
otros grupos en la misma
situaci�n. Por ejemplo, en una
declaraci�n ante la Subcomisi�n
de Derechos Humanos del
Parlamento Europeo, el
periodista de la BBC Ruhi Hamid,
que realiz� una visita
clandestina a un campamento en
2004, declar�:
�(�) seg�n nuestras
observaciones, este grupo en
concreto no tiene capacidad
militar significativa y, por
tanto, no supone una amenaza
real para las fuerzas
gubernamentales, pero se
defender� si es atacado. Para
protegernos en nuestro viaje de
vuelta, los combatientes
reunieron la munici�n que ten�a
todo el grupo y se la entregaron
a los seis hombres que nos
condujeron fuera de la selva. Se
quedaron con seis balas para
defender su poblado�.
Las fuerzas armadas, sin
embargo, no atienden a estas
razones. Los ataques violentos
efectuados por el ej�rcito
regularmente dentro y fuera de
los asentamientos y contra sus
habitantes han causado numerosos
muertos, heridos y han obligado
a estos grupos a desplazarse
constantemente. Este movimiento
priva a las mujeres, los hombres
y los ni�os de su derecho a un
nivel de vida adecuado, incluido
alojamiento, agua potable y
alimentos. La indigencia a la
que viven forzados perpet�a las
enfermedades y los problemas de
salud; muchas personas mueren
sencillamente por no disponer de
un m�nimo acceso a servicios
m�dicos.
Lo m�s frecuente es que los
ataques tengan lugar cuando las
personas salen en busca de
alimentos. La recolecci�n es una
actividad vital y peligrosa que
requiere mucho tiempo, entre 12
y 18 horas al d�a. Cuanto m�s
lejos se aventuran de sus
asentamientos, mayor es su
vulnerabilidad frente a los
ataques del ej�rcito. Numerosas
personas han contado c�mo sus
familiares murieron por disparos
cuando buscaban algo para comer.
Las estructuras familiares de
los grupos que habitan en la
jungla reflejan este hecho; a
menudo los parientes ajenos a la
familia nuclear � como t�os y
abuelos � son mencionados como
los que se han hecho cargo de
los ni�os cuyos padres murieron
v�ctimas de homicidio.
La
vida en continua fuga ha
condenado a los hmong que viven
en la selva al hambre
y la absoluta pobreza. No pueden
sembrar ning�n alimento porque
ello facilitar�a su
localizaci�n, especialmente
desde el aire. Seg�n la
informaci�n recibida por
Amnist�a Internacional, evitan
recolectar cantidades
apreciables de frutos silvestres
en ciertas zonas para impedir en
cuanto resulte posible ser
descubiertos y por lo mismo
tampoco cazan animales con sus
armas antiguas, por temor a ser
escuchados.
Permanecen breves periodos en
refugios temporales muy b�sicos
y no tienen absolutamente ning�n
acceso a servicios fundamentales
como la educaci�n, la asistencia
de salud o servicios sanitarios.
En ocasiones abandonan sus
asentamientos porque son objeto
de un ataque directo, si bien a
veces lo hacen porque se sienten
inseguros debido a los
movimientos de tropas en las
cercan�as.
�Nunca permanec�amos m�s de 15
d�as en el mismo lugar�,
declar� a Amnist�a Internacional
un joven que huy� a Tailandia
despu�s de vivir en la selva, en
la provincia de Vientiane.
Tratando de ocultarse de las
autoridades y viviendo en un
aislamiento casi total, la magra
dieta de estos grupos consiste
generalmente en lo que pueden
recolectar en la selva sin dejar
un rastro evidente. Los
alimentos m�s importantes son
ra�ces de mandioca, hojas, �ame
silvestre y la corteza de una
palmera asi�tica conocida como �Tong-La�,
que es ligeramente venenosa y
requiere un proceso laborioso
para hacerla comestible.
Personas refugiadas y
solicitantes de asilo llegadas
recientemente a Tailandia, as�
como las noticias y el material
filmado en la selva, ponen de
manifiesto signos de
desnutrici�n severa,
especialmente entre los ni�os y
ni�as; muchos de ellos tienen el
vientre hinchado, el cabello
descolorido o un porte muy
fr�gil.
Las heridas de bala o de
metralla tambi�n son comunes en
los grupos que viven en la
selva. Moua Toua, un l�der de
campo y comandante de su
tristemente equipada fuerza de
batalla, de 46 a�os en el
momento de la declaraci�n, dijo:
"no podremos huir ni
escondernos. Cuando los
helic�pteros vengan nos matar�n
como a animales salvajes".
Moua
se uni� al ej�rcito secreto de
Vang cuando ten�a 15 a�os. Su
brazo izquierdo termina en un
mu��n porque perdi� la mano en
una amputaci�n en 1974 en la
jungla. Es una de las cuatro
personas de la villa con
capacidad de escribir y mantiene
las estad�sticas del lugar. Por
su informaci�n se ha sabido que
hab�an 56 ni�os hu�rfanos, 40
viudas y 11 viudos. El 30% de su
gente con heridas de metralla.
En 1975, cuando Vang huy� de
Laos, Moua, registr� su grupo en
7.000 personas. Hoy s�lo quedan
800.
Los informes � con fotograf�as
incluidas � de las seis visitas
realizadas por periodistas, han
dejado constancia del elevado
n�mero de personas desfiguradas
y que presentan heridas, entre
ellos ni�os y ni�as de todas las
edades, a�n las m�s tempranas.
Invariablemente, las v�ctimas
atribu�an las cicatrices y las
heridas a los ataques del
ej�rcito. Como ya se ha
se�alado, las personas que
resultaron heridas no han tenido
ning�n acceso a los servicios
m�dicos dentro de Laos.
Amnist�a Internacional declar�
estar horrorizada por los
informes de lo que ocurre contra
ese pueblo. Entre muchos casos
se encuentra uno que incluye las
im�genes de v�deo y
declaraciones de testigos de un
ataque llevado a cabo el 19 de
mayo de 2004 por soldados de
Laos contra un grupo entre los
que se encontraban ni�os en la
zona militar de Xaisomboune.
Los ni�os, de entre 13 y 16 a�os
y pertenecientes al grupo �tnico
hmong, fueron brutalmente
mutilados. Las ni�as, al
parecer, tambi�n fueron violadas
por un grupo de entre 30 y 40
soldados, antes de ser
asesinadas. Las v�ctimas �
cuatro ni�as: Mao Lee, de 14
a�os, su hermana Chao Lee, de
16, Chi Her, de 14, y Pang Lor,
de 14, y Tou Lor, hermano de
Pang Lor, de 15 a�os � fueron
asesinadas mientras buscaban
comida cerca de su campamento.
Iban desarmados.
Un
testigo, que posteriormente huy�
del pa�s y ha sido reconocido
como refugiado por el Alto
Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados,
afirm� haber o�do a uno de los
soldados decir: "Meo (hmong).
La boca os permite hablar. La
vagina os permite engendrar�.
Luego oy� gemidos y un
disparo. Mao Lee recibi� un
disparo en cada pecho, y los
otros cad�veres fueron mutilados
por lo que parecen ser disparos
de rifles de alta potencia
realizados a quemarropa. A una
de las ni�as la destriparon.
Otros miembros del grupo
resultaron heridos de gravedad
por los disparos de los
soldados, pero consiguieron
regresar al campamento, donde no
obtendr�an medicinas para
curarse.
El r�gimen laosiano no ha
pretendido justificar siquiera
su uso de fuerza letal contra
los miembros de los grupos de
etnia hmong que viven en la
selva alegando que se trata de
un conflicto armado, sino que en
general se han referido a ellos
como �bandidos�, al mejor
antiguo estilo sovi�tico.
Durante los periodos de mayor
atenci�n internacional despu�s
de las primeras visitas
realizadas por periodistas a la
selva, seg�n los informes, la
comunidad internacional de
donantes estaba dispuesta a
ofrecer ayuda humanitaria al
gobierno de Laos para que
abordase las necesidades de las
personas que viv�an en la selva.
Las autoridades, sin embargo, no
aceptaron ese tipo de ayuda.
Despu�s del homicidio de 26
personas el 6 de abril de 2006,
y los actos crueles y asesinato
de que fueron v�ctimas los cinco
ni�os de etnia hmong el 19 de
mayo de 2004, informados y
filmados, el Comit� de la ONU
para la Eliminaci�n de la
Discriminaci�n Racial, en sus
observaciones finales expres�
preocupaci�n por estos y otros
casos descubiertos.
El gobierno laosiano observ�, en
un informe adicional remitido al
Comit�, que hab�a llevado a cabo
una investigaci�n en la regi�n
donde se sospechaba que se hab�a
producido el incidente,
comprobando que no se hab�a
presentado ninguna denuncia ante
ninguna autoridad. El gobierno,
por tanto, declar�:
�Esto ha llevado a las
autoridades a concluir que el
presunto incidente no es real,
carece de fundamento y no tuvo
lugar, y se ha demostrado que se
trata de una simple invenci�n
que pretende manchar la
reputaci�n del Ej�rcito Popular
Lao�.
Las autoridades tambi�n
afirmaron haber llevado a cabo
una investigaci�n despu�s del
incidente del 6 de abril de
2006. Amnist�a Internacional ha
recibido informes que indican
que la investigaci�n consisti�
en una llamada telef�nica a un
jefe militar, en la que se le
pregunt� si hab�a tenido alguna
noticia del ataque. Cuando el
jefe militar respondi� que no,
las autoridades concluyeron que
no hab�a tenido lugar ning�n
homicidio. Durante una visita
realizada en junio de 2006 por
el fot�grafo con base en
Bangkok, Roger Arnold, a la zona
donde tuvo lugar el incidente,
sobrevivientes del ataque lo
condujeron al lugar y le dijeron
que nadie hab�a ido a investigar
los homicidios.
En el material f�lmico que
obtuvo Arnold, el jefe del
grupo, Blia Shoua Her hac�a un
llamamiento a la comunidad
internacional para que
investigara el lugar y Arnold
confirm� que hab�a visitado 23
de las 26 sepulturas, donde,
seg�n los sobrevivientes,
estaban enterradas las v�ctimas.
Los enterramientos estaban
adornados con objetos personales
de los muertos, entre ellos
ropas y adornos.
Seg�n la informaci�n recibida
por Amnist�a Internacional,
despu�s del ataque perpetrado en
las cercan�as de Vang Vieng en
abril de 2006, al menos cinco
beb�s lactantes fallecieron a
consecuencia de haber perdido a
sus madres en el ataque. Ese
mismo mes, en la selva de Xieng
Khouang, un ni�o de
aproximadamente 10 a�os result�
gravemente herido en un ataque
que sufri� mientras buscaba
alimentos. La metralla le abri�
el vientre; sobrevivi� dos
ag�nicos d�as sin recibir
atenci�n m�dica profesional
antes de morir.
Aunque los grupos que viven en
la selva hacen uso de la
medicina tradicional en la
medida que est� a su alcance,
sufren las graves consecuencias
de no disponer de asistencia
m�dica para controlar o tratar
las enfermedades que, seg�n los
informes, son frecuentes debido
a la escasez de alimentos y la
desnutrici�n. Adem�s, las
personas que viven en la selva,
entre ellas las heridas en
ataques directos, no pueden
buscar atenci�n m�dica fuera de
sus escondites, ya que se
arriesgar�an a ser detectadas y
atacadas.
Adem�s de lo ya dicho, otra
pr�ctica reiterada de las
autoridades en los ataques de
las fuerzas armadas o cuando
grupos hmong deciden entregarse
y abandonan la selva para dejar
de vivir ocult�ndose, es la
separaci�n de las familias.
Los informes facilitados a
Amnist�a Internacional describen
c�mo se ha detenido y trasladado
a otros lugares a los hombres,
mientras que a las mujeres se
las conduce a peque�os pueblos
aislados, habitualmente junto a
la frontera con Vietnam, en la
provincia de Houa Phan. En otros
casos se ha instalado a las
familias en peque�os
asentamientos, a la manera de
campamentos, en la misma zona,
pero a las mujeres j�venes se
las ha separado y llevado a otro
lugar. Algunas de ellas han sido
sometidas a trato esclavista,
tortura y otros malos tratos,
incluidas violaciones reiteradas
por parte de agentes encargados
supuestamente de hacer cumplir
la ley.
Un
ejemplo del trato que reciben
quienes se entregan o son
aprehendidos lo ofrecen Pakou
(cuyo nombre real se protege) y
su familia, que en agosto de
2005 fueron capturados en la
selva. Al cabo de una semana, la
separaron de sus padres y
hermanos, y la llevaron a un
puesto de polic�a a las afueras
de una localidad situada al
sureste de Sam Neua. Durante
aproximadamente un a�o,
permaneci� recluida con otras
dos mujeres de etnia hmong en
una habitaci�n del puesto de
polic�a. A todas ellas se las
emple� para tareas dom�sticas
adem�s de someterlas a
servidumbre sexual. Pakou sufri�
varias violaciones en grupo
perpetradas por los polic�as.
Tras aproximadamente un a�o, por
fin vio la oportunidad de
escapar cuando consigui� algo de
dinero, con el que soborn� a
algunos de los agentes para que
la liberaran. Pakou tiene ahora
cerca de 20 a�os y se encuentra
abatida y traumatizada. Vive
como refugiada en Tailandia,
donde corre el peligro de ser
expulsada y devuelta a Laos.
Por todas las razones expuestas,
puede decirse sin lugar a dudas
que el grupo �tnico hmong ha
sido sometido a un verdadero
genocidio.