Mozambique es un pa�s f�rtil que
bajo condiciones normales no
tendr�a dificultades en
alimentar a su poblaci�n y
exportar comida u otros
productos agr�colas al mercado
mundial. Sin embargo, en
1983-84, grandes zonas del sur y
centro de Mozambique sufrieron
hambre por culpa de las
ineficientes pol�ticas
comunistas.
Una segunda hambruna de gran
escala asol� al pa�s en 1987, en
esa ocasi�n centrada en la
provincia Zambezia, y causada en
gran parte por la guerra. Desde
entonces, Mozambique entr� en
�emergencia cr�nica�, en la cual
las agencias humanitarias se
enfrentaron con una hambruna que
simplemente no mejoraba con el
tiempo.
La
situaci�n que sufr�a todo el
pa�s era escasez habitual de
comida y bienes de consumo,
constante inseguridad y
frecuente carencia de hogar,
p�rdida de activos como ganado y
ser forzados a sobrevivir largos
per�odos con una insuficiente
dieta reducida de hojas y
ra�ces.
Tras la independencia, Frelimo
tom� control de todo el comercio
local, arrestando a las mujeres
vendedoras que llevaban canastas
de arroz a mercados del pueblo.
Cuando las pol�ticas de creaci�n
de villas y producci�n colectiva
comenzaron a ser impuestas
uniformemente en la gran
variedad de suelos, climas y
pr�cticas agr�colas de
Mozambique, la producci�n fue
severamente afectada.
La
estrategia agraria de Frelimo se
concentr� en el desarrollo de
agricultura mecanizada de gran
escala, descuidando la siembra
campesina. Las granjas del
Estado fueron costosas e
ineficientes, produciendo s�lo
alrededor del 15% de la
producci�n agr�cola total en su
punto m�s alto.
Los recursos humanos y
econ�micos de Mozambique fueron
devastados por casi una d�cada
de hambruna y, seg�n UNICEF, se
perdieron alrededor de 600.000
vidas por esta causa. Este nivel
de mortandad se compara con el
causado por la hambruna et�ope
de 1983-85.
Mozambique se volvi� masivamente
dependiente de ayuda
internacional despu�s de 1984.
Organizaciones extranjeras de
alivio estimaron que un total de
3,2 millones de personas pasaron
a depender por completo de ayuda
alimentaria, mientras que el
mismo n�mero necesitaba alguna
asistencia.
La
escasez alimentaria era cr�nica
y la comida se convirti� en casi
imposible de conseguir en el
mercado oficial.
Los excedentes de alimentos,
donde existieron, eran vendidos
en el mercado negro o bien
directamente trocados por otros
bienes.
En algunas provincias,
incluyendo Gaza, m�s de la mitad
de los excedentes de los
campesinos iban al mercado negro.
Para
1986, las cosechas de algunos
cultivos mayores fueron de
aproximadamente el 10% de los
niveles de 1981. El colapso de
las redes comerciales rurales
llev� a los campesinos a dejar
de producir excedentes porque no
hab�a nada que pudieran comprar.
En
1990, la producci�n de ma�z
dom�stica a la venta s�lo cubr�a
el 10% de las necesidades de
Mozambique. Para 1991, se estim�
que el pa�s necesitaba 800.000
toneladas de grano como ayuda
alimentaria. De esos, 243.000
toneladas eran para alivio de
emergencia y 550.000 toneladas
para ser vendidas en el mercado
a precios subvencionados.
La
estrategia militar b�sica de
alcanzar el control de la
poblaci�n civil llev� como
consecuencia a la hambruna.
Tanto Renamo como FAM intentaron
destruir la infraestructura de
la zona controlada por sus
enemigos, y con frecuencia
tambi�n se disputaron esas
�reas. Ambos bandos reubicaron
poblaciones a la fuerza, lejos
de sus granjas y medios de vida,
y les negaron el libre tr�nsito.
Esta combinaci�n de destrucci�n,
desplazamiento forzado y
prohibici�n de libre movimiento
llevaron en buena medida a la
hambruna por falta de
producci�n, destrucci�n y
carencia en gran escala de
alimentos.
El
abuso con las ayudas
alimentarias tambi�n se volver�a
un elemento importante para
mantener las condiciones de
hambre en muchas partes de
Mozambique. Renamo y FAM han
sido responsables del ataque a
convoys de alivio y almacenes, y
el desv�o sistem�tico por parte
de funcionarios y comerciantes
corruptos del gobierno de
grandes cantidades de comida
donada a Mozambique para ayudar
a su gravemente afectado pueblo,
en nombre del cual el gobierno
supuestamente luchaba.
Una de las responsabilidades
principales de FAM en la d�cada
de 1980 era la protecci�n de los
convoys de ayuda. Sin embargo,
las mismas tropas los robaron
con frecuencia. Algunas
guarniciones estaban seriamente
descuidadas, sin raciones ni
pagos durante meses. Desde 1990
surgieron informes de soldados
FAM y milicianos rebel�ndose y
robando cargamentos de comida
destinados a civiles hambrientos
y desplazados.
Los problemas a lo largo de la
l�nea ferroviaria de Limpopo son
un buen ejemplo. En un tren de
carga de emergencia en diciembre
de 1991, s�lo 140 toneladas de
1.000 llegaron a su destino. El
tren fue descarrilado dos veces
por los mismos soldados que
hab�an sido desplegados para
protegerlo.
Un
programa de Radio Mozambique del
5 de marzo de 1992 dijo que un
grupo de soldados de las Fuerzas
Armadas de Mozambique robaron 74
toneladas de ma�z en la
provincia Gaza s�lo en enero.
Ese ma�z era para el pueblo
desplazado por la guerra y
repatriado que viv�a en
Chicualacula. El cereal fue
robado de un tren de Ferrocarril
Sur de Mozambique. Los soldados
FAM dijeron que no hab�an
recibido pago ni raciones de
comida en un largo tiempo. El
jefe de la estaci�n de trenes de
Chicualacula, Benjam�n Pirame,
quien report� el problema,
tambi�n dijo que los soldados de
gobierno eran responsables por
el robo de otras 23 bolsas de
ma�z.
Tales relatos se volvieron
comunes en todo el pa�s. En
Pebane, Zambezia, el mayor
centro para civiles desplazados
en el pa�s, los soldados
atacaron almacenes al menos una
vez en 1990 y otra en 1991. El
15 de mayo de 1990, los soldados
estacionados en Pebane
dispararon al aire para asustar
a la gente y comenzaron a robar
sacos de ma�z que hab�an llegado
en un barco. El batall�n en
cuesti�n estaba totalmente
descontrolado. Despu�s del
incidente, el comandante militar
en Quelimane despach� un
helic�ptero con oficiales,
incluyendo su delegado, para
arrestar a un n�mero de sus
cabecillas. Los �ltimos fueron
llevados a Quelimane. Su destino
es desconocido. Un a�o despu�s,
el 6 de abril de 1991, FAM y
Naparama otra vez asaltaron
almacenes de grano en Pebane.
Estos eventos se sucedieron una
y otra vez en distintas
localidades, impidiendo que la
comida llegara a la gente, y
da�ando a quienes la trasladaban
voluntariamente.
Ha
quedado cada vez m�s claro que
grandes cantidades de ayuda
alimentaria donada a nivel
internacional, principalmente la
mayor�a de la ayuda que se
destina para venta a precios
subvencionados, fue desviada
para beneficio individual. Esta
corrupci�n se convirti� en
preocupaci�n de Africa Watch
porque jugaba un papel
importante en sostener las
condiciones de la hambruna que
caus� sufrimiento y muerte en
gran escala.
El
informe de 1992 de Human Rights
Watch dice que poco tiempo antes
hab�a salido a la luz la
corrupci�n entre las fuerzas
armadas en Nampula. Informes de
fuentes del ej�rcito sugirieron
que oficiales militares estaban
involucrados en el fraude de la
distribuci�n de alivio.
Los estimados confiables para
las p�rdidas totales de los
programas de ayuda por
corrupci�n y desv�o de
donaciones alimentarias son
dif�ciles de obtener. Entre 1986
y 1990 se investigaron 246 casos
de mal uso de ayuda alimenticia
por autoridades del gobierno.
Sesenta y siente fueron llevados
a la corte.
La
investigaci�n realizada por el
Departamento de la Comunidad
Europea de Seguridad Alimentaria
en 1991 produjo estimados
sustanciales de las p�rdidas,
considerando desde las ocurridas
en los puertos adonde llegaban
los alimentos hasta la provisi�n
de ayuda alimenticia para venta
a precios subvencionados.
La escala de desv�o revelada por
esta investigaci�n - 75% -
revel� la extensi�n de la
corrupci�n dentro del gobierno,
que ha contribuido en gran
medida al sufrimiento de los
habitantes mozambique�os
comunes.
La
venta subvencionada de ayuda
alimentaria se ha convertido en
una de las fuentes m�s
importantes de comida para la
poblaci�n urbana y de la
periferia en Mozambique,
complementando la provisi�n de
alimentos gratuitos para
prop�sitos de emergencia. En
teor�a, el sistema subvencionado
funciona a trav�s de empresas
paraestatales como receptores y
distribuidores de la ayuda
alimentaria, y a trav�s de
minoristas privados que tienen
sus cuotas decididas por el
gobierno.
Pero en la pr�ctica es
diferente. Se pueden obtener
grandes ganancias vendiendo
comida en los mercados paralelos
en zonas urbanas, donde el
precio es m�s alto debido a la
constante escasez, pero la
moneda local (meticais) es
abundante en los bolsillos de
algunos consumidores. De hecho,
de acuerdo con la investigaci�n
de la Comunidad Europea, la
ayuda alimentaria destinada para
venta subvencionada era
distribuida de la siguiente
forma:
1.
10% desviado para soldados,
militares, hombres de seguridad,
trabajadores portuarios y
ferroviarios, y era tomada antes
de que la comida, descargada del
barco, alcanzara las primeras
bodegas de las empresas
paraestatales.
2.
15% era desviado por todos los
minoristas incluidos en el
sistema de racionamiento
gubernamental y distribuido en
mercados paralelos en el
vecindario de sus negocios.
3.
50% de toda la ayuda alimentaria
era desviada directamente de
empresas paraestatales a los
mercados paralelos. Funcionarios
de gobierno exped�an
autorizaciones a numerosos
minoristas que empleaban, a
trav�s de intermediarios, miles
de vendedoras (la mayor parte de
las cuales no ten�a ingresos
formales) para vender la comida
a consumidores finales.
4.
S�lo el 25% era distribuido
dentro del sistema subvencionado
al nivel del precio oficial, que
correspond�a con la mitad del
precio del mercado paralelo,
seg�n el acuerdo alcanzado entre
los donantes y el gobierno.
As�, la mayor parte de la comida
subvencionada ubicada en el
campo era desviada y jam�s
llegaba a quienes m�s la
necesitaban. La comida dirigida
al interior era comprada por
consumidores urbanos, al doble
del precio estipulado, y gran
parte de lo que lograba alcanzar
los centros provinciales era
entonces desviado a los
residentes de peque�os pueblos.
Es m�s, los consumidores urbanos
pobres recib�an s�lo una
fracci�n de lo que les
correspond�a a precio
subvencionado.
Un
resultado importante de este
desv�o/sistema de distribuci�n
era la generaci�n de una riqueza
comercial y personal anual de
100 millones de d�lares entre
minoristas de origen indio y
miembros del Partido Comunista y
la estructura gubernamental.
Estas ganancias eran luego
utilizadas en consumo de lujos y
fuga de capitales.
Dos tercios de la poblaci�n
urbana ganaban un ingreso tan
bajo que se estim� que cubr�an
s�lo el 64% de sus necesidades
cal�ricas y proteicas, ganando
la mayor parte de su ingreso en
el sector informal. La otra
parte, el tercio m�s rico de la
poblaci�n, era obligada a gastar
la mayor parte de su tiempo en
actividades informales para
ganar un ingreso, quitando
tiempo y energ�a a actividades
en el sector formal.
En
junio de 1992, la comisi�n de
emergencia de la provincia
Niassa present� un informe que
conclu�a que la mayor parte de
la ayuda destinada para la
provincia estaba siendo
"desviada y usada ilegalmente".
La comisi�n s�lo pudo distribuir
8.553 toneladas de las
planificadas 22.131. O sea, un
escaso 39% del total.
La
falla de la ayuda alimentaria
para alcanzar su destino
originalmente planificado
signific� un sufrimiento
adicional y una constante
inseguridad en zonas que gracias
a las generosas donaciones no
deber�an haber sufrido el
flagelo del hambre.