La
Operaci�n Producci�n fue el
mayor esfuerzo de Frelimo por
realizar reubicaciones forzadas.
Se lanz� en 1983 cuando la
econom�a rural estaba decayendo
por los golpes combinados de la
negligencia hacia la agricultura
campesina, el creciente
conflicto armado y la sequ�a. El
colapso del comercio en el
campo, el uso del gobierno de
los escasos recursos para
financiar ineficientes granjas
estatales, y la decisi�n
sudafricana de reducir el n�mero
de mineros mozambique�os por el
conflicto envi� a miles de
desempleados a las ciudades.
Por ese motivo la escasez de
alimentos y el crimen crecieron
en Maputo y otros centros
urbanos mayores. Al mismo
tiempo, las granjas estatales
ten�an pocos trabajadores
estacionales.
En
respuesta el gobierno de Machel
aplicaba pr�cticas de trabajo
forzado. Su meta era empujar a
los desempleados y ladronzuelos
fuera de las ciudades para
enviarlos al campo. Se estima
que el n�mero de personas
sacadas de las ciudades es de
50.000.
La Operaci�n Producci�n fue
abandonada m�s tarde, pero s�lo
unas pocas personas as�
exiliadas pudieron regresar a
casa.
El
Estado consideraba que los
beneficios ser�an r�pidos. Pero
el plan pronto tuvo dificultades
y una oposici�n en aumento.
Despu�s de la primera fase
voluntaria a mediados de 1983,
el programa realizado en
conjunto por los ministerios de
Defensa, Seguridad e Interior,
rodearon a decenas de miles de
personas que no pod�an obtener
al menos cuatro documentos:
tarjetas de trabajo, residencia,
servicio militar e
identificaci�n.
Se
dieron dos semanas a los
residentes de Maputo para
actualizar sus papeles o sufrir
la deportaci�n.
Brigadas iban casa por casa
buscando a "los improductivos",
que eran detenidos y enviados a
centros de verificaci�n, o
c�rceles para criminales.
Aquellos considerados elegibles
para evacuaci�n fueron enviados
a las provincias norte�as de
Niassa y Cabo Delgado a trabajar
en granjas estatales o en campos
de reeducaci�n dirigidos por la
polic�a.
L�deres de gobierno intentaron
crear una atm�sfera que
justificara el programa
refiri�ndose a los desempleados
como "par�sitos" y "pulgas", o
"marginales" y "holgazanes".
"Prostituta" fue el t�rmino
aplicado a cualquier mujer
considerada no productiva.
Algunas de ellas ten�an
matrimonios de derecho com�n que
de esta forma fueron separados,
otras hac�an trabajos caseros y
algunas estaban embarazadas.
Hubo
numerosos reportes de abusos de
poder de funcionarios locales
que usaban la Operaci�n
Producci�n para llevar a cabo
venganzas personales. El
gobierno provincial de Cabo
Delgado fue forzado a devolver a
los ancianos y enfermos que
hab�an sido expulsados
incorrectamente.
Un
empleado profesional en Maputo
fue enviado a Niassa despu�s de
que supuestamente insult� a los
funcionarios que hab�an ordenado
el arresto y planificado la
deportaci�n de su hermana de
dieciocho a�os por ser
improductiva. El hombre, de
veinticuatro en ese entonces,
fue sentenciado a un a�o de
c�rcel y enviado a un campo de
reeducaci�n. Su hermana fue
liberada al d�a siguiente. Este
es el relato de lo que ocurri�:
"Despu�s de la audiencia �l fue
llevado a la prisi�n Machava y
puesto dos d�as en un pabell�n
con cuarenta otros prisioneros
que compart�an un �nico
excusado. Los prisioneros
sobornaban a los cocineros para
conseguir m�s comida, ya fuera
con un paquete de cigarrillos o
con relaciones sexuales.
Dos d�as despu�s, un grupo de
prisioneros fue llevado en un
cami�n al aeropuerto. Subieron a
un avi�n de la aerol�nea
estatal, LAM, para el viaje a
Niassa. El gobierno hab�a
cancelado todos los vuelos
dom�sticos por la semana para
que pudiesen usarse en la
Operaci�n Producci�n. El avi�n
fue repletado con prisioneros,
que ten�an que pedir permiso a
los guardias para ir al ba�o.
Tras llegar a Lichinga un cami�n
los llev� al Comando Provincial
de Operaci�n Producci�n, donde
Sergio Vieira, el gobernador
provincial en ese momento, hizo
un discurso sobre c�mo el
gobierno cuidar�a de todos. La
misma noche fueron llevados a
sesenta millas al norte de
Lichinga (la capital de Niassa),
a una zona aislada llamada
Mwembe.
Ten�an que construir sus casas,
y al principio durmieron a la
intemperie. El campo fue
organizado a lo largo de l�neas
militares con 400 hombres en un
batall�n. El campo era
estrictamente de hombres y
hab�an otros campos para
mujeres. Se les dijo que no
caminaran de a dos, s�lo de a
tres o cinco. La polic�a cre�a
que dos personas hablando
significaba que estaban
planificando escapar, pero con
tres o m�s, alguno pod�a
traicionarlos.
Sin embargo a pesar de tales
prevenciones muchos huyeron. La
polic�a reclut� campesinos
locales para que formaran parte
en la vigilancia. Les dijeron
que los reclusos de los campos
eran criminales, que eran
asesinos. Los reclusos deb�an
usar ropas negras. Quien tratara
de escapar era golpeado en
p�blico. Le ataban las manos y
piernas y pegaban con un palo en
la espalda. Algunos estaban
atados contra �rboles. Tambi�n
cavaron trincheras y pusieron
personas en ellas por una
semana. Hac�an sonar un silbato
para llamar a todo el batall�n
para que presenciara el evento
en el "punto de reuni�n".
El
d�a t�pico comenzaba entre las 4
y 4:30 AM, con el sonido de un
silbato. Cada comida era ma�z y
frijoles. Despu�s de un tiempo,
los trenes a Lichinga dejaron de
funcionar, y la comida empeor�.
Muchas personas trataron de
huir. Algunos fueron comidos por
los leones, mientras que muchos
posiblemente terminaron con
Renamo.
Un
mes despu�s de su expulsi�n, un
recurso de apelaci�n interpuesto
por el empleador de este hombre
en Maputo tuvo �xito. Pero �l
permaneci� en el campo Mwembe
siete meses m�s porque nadie
sab�a donde estaba. Fue
localizado despu�s de que las
autoridades del campo le
permitieron ir a Lichinga a
traer alguna ropa. Un compa�ero
de prisi�n le hab�a robado sus
ropas y huy�.
Casos como este se contaban por
miles. Los resultados eran tan
malos que la Operaci�n fue
abandonada relativamente pronto,
y funcionarios del gobierno
tuvieron que admitir que fue un
error que cost� a Frelimo mucho
apoyo pol�tico.
Fueron las pol�ticas agr�colas
de Frelimo las que exacerbaron
el problema del desempleo rural.
La mayor�a de los enviados a los
campos y villas nunca pudieron
regresar. Un amplio rango de
observadores, incluyendo l�deres
religiosos, creen que la
Operaci�n Producci�n, as� como
el programa de villas comunales,
provey� un mayor impulso al
reclutamiento de Renamo.