Introducci�n
Es muy elocuente que despu�s de
declaraciones que demuestran que
el comunismo ha creado,
contribuido y avalado dictaduras
sanguinarias a lo largo de toda
su historia - y desde el mismo
inicio de su existencia - ha
comenzado a circular un
documento antes mucho menos
difundido que pretende, en tono
de burla, desacreditar a quienes
se�alan el peligro que significa
militar o prestar apoyo al
mencionado Partido.
Bajo el titulo �Las 40 reglas
b�sicas del anticomunismo�,
de J. Slavyanski (Instituto de
Estudios Marxista-Leninista), se
articula un documento acusatorio
y tergiversador, que en
definitiva nada argumenta a
favor de la verdadera postura de
la base ideol�gica de sus filas.
Intenta, simplemente, desviar la
atenci�n de los lectores
mediante el uso de artificios
supuestamente l�gicos (sofismas,
falacias ad hominem y errores
semejantes), que sin embargo no
confunden a quien conoce la
verdad de los hechos.
A pesar de que esta peque�a
�obra� de camuflaje y silencio
no responde en absoluto a las
serias acusaciones que el
comunismo tiene en su contra,
consideramos que es importante
aprender a desmontar los
esl�ganes habituales con los que
intentan confundir a la gente
alertada, para que podamos
pronto volver a concentrarnos en
lo que corresponde. Mientras
tanto, esperamos que este
peque�o trabajo ayude a aprender
un poco mejor sobre aquellos de
los que se habla mucho m�s de lo
que se les conoce.
Comencemos, entonces, a
desmenuzar cada punto de este
documento sin mayores
dilaciones:
Cap�tulo
1
El comunismo ha muerto... �viva
el comunismo?
Insistir constantemente en
que el marxismo est�
desacreditado, obsoleto y
totalmente muerto y
enterrado. Entonces prosiga
en la construcci�n de una
lucrativa carrera para
superar esta teor�a
supuestamente �muerta�
durante el resto de su vida
laboral.
El marxismo no ha muerto ni est�
enterrado. El mundo de hoy vive
bajo sus consignas, ya sea
abiertamente y bajo el titulo
directo de �comunismo�,
ya seg�n sus mil variantes
socialistas, que suscriben en
buena medida a sus postulados e
intentan implementarlos en la
pr�ctica. Vemos esto actualmente
en el estallido de �indignados�,
�ocuppies�, �primaveras
�rabes�, �marchas
estudiantiles� y la
consolidaci�n de gobiernos que
aplican esta ideolog�a en sus
pol�ticas. En el caso de Am�rica
Latina, estamos hablando de casi
todos los pa�ses actuales en
mayor o menor medida. Esto mismo
sucede en grandes porciones de
Asia, �frica y no falta en
Europa y Oriente Medio, a pesar
de que puedan tener otros
elementos varios que no permiten
utilizar la etiqueta cl�sica.
Pero una etiqueta no es m�s que
eso, y no debemos tener tanto
miedo de desentra�ar el
verdadero contenido.
Por lo tanto, jam�s dir�amos que
se trata de un movimiento
�muerto y enterrado�.
Desacreditado, en cambio, s� lo
est�. Pero el fuerte apoyo de
la poderosa intelectualidad
izquierdista se ha encargado de
disfrazar esto en un principio,
para luego desviar la atenci�n �
como lo hace la serie de
consignas que ahora nos ocupan,
por ejemplo � y finalmente
enterrar � esta vez s� � la
memoria de quienes vivieron los
horrores directa o
indirectamente a trav�s de la
represi�n comunista.
Sin embargo, literalmente miles
de libros de todas partes del
mundo testimonian esa realidad
que cualquiera con deseos de
conocer puede encontrar y
estudiar en detalle, y con
profusa documentaci�n para
asegurarse de que lo all� dicho
tiene una base hist�rica real.
Eso es lo que AI360 hace desde
el inicio de sus actividades:
demostrar con pruebas
contundentes que el comunismo es
una amenaza real, cuyo pasado
�olvidado� puede ense�arnos lo
que debe evitarse en el futuro.
Es necesario que la gente
aprenda de la historia � lo que
no siempre sucede � para no
volver a caer una vez m�s con la
misma peligrosa piedra.
Cap�tulo 2
C�mo justificar genocidios y
holocaustos
Recuerde, cualquier muerte
no natural que ocurra bajo
un r�gimen �comunista� es
atribuible exclusivamente a
los l�deres de Estado,
tambi�n lo es al marxismo
como ideolog�a. Ignore las
muertes ocurridas por la
misma raz�n en Estados no
socialistas.
Evidentemente cualquier naci�n
puede tener el flagelo de la
criminalidad domestica, que
podr�a producir cierta cantidad
de muertes no naturales. Tambi�n
es cierto que corresponde a las
pol�ticas de cada lugar el
esforzarse por erradicar ese
mal, o permitir que campee por
doquier.
Sin embargo, estos casos nada
tienen que restar su �m�rito� a
los aut�nticos genocidios
perpetrados por la estructura
completa de un gobierno, cuando
esa es su intenci�n. Nada puede
competir con el poder que
despliega un sistema dirigido
por quienes no pueden ser
juzgados ni controlados de
ninguna manera. Y es por eso que
se observan los da�os producidos
a trav�s de los gobiernos
mediante el estudio de sus
declaraciones, documentos,
ordenes de reclusi�n y/
ejecuci�n, etc.
En el caso de los estados
autoritarios, no es sino a los
dirigentes a quienes se
atribuir�n los cr�menes, como
sucede con los l�deres de un
ej�rcito cuando hay cr�menes de
guerra. A m�s autoritario y
represivo el r�gimen, mayor la
responsabilidad de sus
gobernantes por lo que ocurre en
sus tierras.
Est� claro que en lugares donde
el aparato de control se
introduce por completo en las
vidas de los habitantes, y donde
el solo hecho de disentir es un
crimen punible con la muerte, no
es de esperar que las decisiones
de matar a otros pasen
desapercibidas a las
autoridades. Veremos algunos
ejemplos de esto en un punto que
viene al caso m�s adelante en
este trabajo.
Baste decir por ahora que de la
misma forma ha de ser medida
toda represi�n y muerte acaecida
en cualquier gobierno que
controle a la poblaci�n
dictatorialmente, haci�ndose as�
responsable de todo lo que puede
o no hacer, para bien y para
mal. Pero no olvidemos que el
hecho de que pudiera haber otros
sistemas represores asesinos no
hace menos grave lo que sucede
en el caso de los pa�ses
sometidos a gobiernos
comunistas.
Cap�tulo 3
El mismo lobo, otros apellidos,
otras pieles
Comunismo y marxismo son lo
que usted quiera que sea.
Si�ntase con la voluntad
para etiquetar pa�ses,
movimientos y reg�menes de
�comunistas�
independientemente de sus
objetivos reales, ideolog�a
adoptada, relaciones
diplom�ticas, pol�ticas
econ�micas o relaciones de
propiedad.
Los socialistas extremos gustan
de diferenciarse, acus�ndose
unos a otros de �desviados�
cuando no concuerdan en alg�n
aspecto de su ideario
revolucionario, hasta llegar a
perpetrar verdaderas cacer�as de
brujas dentro de los mismos
Partidos. De esta manera ha
habido divisiones en su seno
desde mucho antes ya de que el
comunismo bolchevique llegara al
poder en la Rusia de 1917.
Lo importante al tratar con
ideolog�as, una vez m�s lo
decimos, no es la etiqueta que
cada quien quiera ponerle a sus
peque�as variantes. Poco
importa, a estos efectos, que
una facci�n piense que es mejor
crear una potencia comunista
antes de aplicarla en el
extranjero, y otros crean que es
preferible atacar el frente
internacional para fortalecer
as� las pol�ticas internas. Da
lo mismo, a estos efectos, si
unos se centran en el l�der
local con sus inclinaciones
particulares o rinden culto a
otro hist�rico. Es
insignificante, en este sentido,
que unos deseen un estado
superpoderoso hasta alcanzar
finalmente la �utop�a popular� y
otros desean el descabezamiento
total desde un principio. O que
unos prefieran la masiva
industrializaci�n y otros el
�nfasis rural.
Las etiquetas no producen sino
confusi�n. Es como llamarse �democr�ticos�
cuando se mantiene un sistema
totalmente represor en donde el
pueblo no tiene ninguna
posibilidad de escoger a quien
quiere que le gobierne.
Para evitar este problema, es en
los principios b�sicos en donde
hay que concentrarse. �Hacia
d�nde apunta determinado
r�gimen? �Lucha de clases,
abolici�n de la propiedad
privada, dictadura del
proletariado, reforma agraria,
colectivizaci�n, en definitiva
lo primordial del ideario
marxista? Si es as�, es verdad
que tal vez el t�rmino correcto
geopol�ticamente no sea
�comunista� en todos los casos,
pero podemos decir que comparten
el mismo origen, mantienen una
base similar, utilizan
metodolog�as semejantes y llevan
hacia el mismo desastre.
Nos concentramos en el comunismo
como principal instigador y
propalador de estos errores, y
como el titiritero que ha movido
los hilos de muchos movimientos
con otros nombres y supuesta
divergencia de objetivos. Y una
vez atentos a la base, podemos
identificar las distintas
cabezas de la hidra, que
comparten el ponzo�oso tronco.
Es la peligrosa base ideol�gica
nacida ya en la revoluci�n
francesa � tan alabada y copiada
por Trotsky, como base de la
revoluci�n rusa de octubre en
ideas y m�todos �, y luego
sostenida y aumentada por Marx y
Engels, la que debe preocupar al
lector, fuera del t�tulo que
cada uno de los personajes
quieran ponerle a las acciones y
movimientos revolucionarios
inspirados por ella. Sin olvidar
nunca, eso s�, que el comunismo
es el �actor� que representa m�s
claramente el papel que
denunciamos, como resultado de
la evoluci�n de una p�sima idea,
que tanta muerte y horrores ha
suscitado en la historia humana,
como iremos probando a lo largo
de este trabajo.
Cap�tulo 4
�Asesinos?�Jam�s! O c�mo lavar
de sangre las manos
Si hubiese un conflicto en
el que se viesen envueltos
los comunistas, todos los
muertos y consecuencias
posteriores al
enfrentamiento ser�n culpa
de los comunistas. Tenga
cuidado al aplicar esto a la
Segunda Guerra Mundial.
Movimientos fascistas que
lucharon contra los
sovi�ticos o partisanos
comunistas fueron buenos,
pero trate de no alabar
abiertamente a la Alemania
nazi. Deje esto para
conversaciones particulares
si lo desea.
En una guerra hay dos formas de
definir culpables: los que la
iniciaron por causas injustas, y
los cr�menes de guerra, a�n si
fueron perpetrados con la �buena
intenci�n� de solucionar el
conflicto.
La Segunda Guerra Mundial fue
iniciada por la ambici�n
imperialista (nunca mejor dicho)
cuyas intenciones comenzaron a
delinearse tomando forma y
fuerza con la repartici�n de
tierras entre la Alemania Nazi y
los comunistas sovi�ticos. La
cifra de muertos, por tanto,
corresponde en buena medida a
los movimientos que esos dos
poderes hicieron para producir
el horror que vendr�a a
continuaci�n.
Pero por otra parte hay cr�menes
de guerra contra civiles
inocentes, y estos n�meros sin
duda han de ser compartidos por
todos los que los perpetraron.
La lucha contra la instauraci�n
de los reg�menes nazi y
comunista que tomar�an millones
de vida tanto en sus propias
tierras como en las que
invadieron sin duda era
necesaria, aun cuando
desgraciadamente en el caso
sovi�tico no se pudo detener su
avance, y el inteligente
movimiento de aunarse en contra
del sanguinario nazismo permiti�
a los comunistas quedar como los
�buenos� cuando sus pol�ticas de
exterminio de la poblaci�n eran
iguales a las que combat�an mas
por intereses pol�ticos y
estrat�gicos que por el �horror�
que les produjeran tales
cr�menes.
Fueron los comunistas quienes
invadieron Polonia pocos d�as
despu�s que los nazis,
reforzando por el este la ola de
terror que los polacos empezaban
a sufrir en manos de los
primeros desde el oeste. Fueron
tambi�n los comunistas quienes
obligaron a millones de hombres
de sus naciones subyugadas a ir
a la guerra y morir en su nombre
para destruir al enemigo que en
ese momento pod�a arrebatarle el
poder�o no compartido que
deseaba tener en Europa. Fueron
tambi�n los sovi�ticos quienes
tras la guerra echaron
violentamente a toda persona
inocente de sus pa�ses anexados
por el solo hecho de pertenecer
a la etnia alemana aunque fuera
en una lejana ascendencia,
produciendo un �xodo forzado de
12 millones de personas, de las
cuales por las brutales
condiciones al menos murieron 2
millones, mientras otro tanto de
mujeres alemanas fueron violadas
repetidamente y muchas tambi�n
asesinadas por el Ej�rcito Rojo
victorioso
.
Winston Churchill, entre muchos
otros, reconoc�a la gravedad de
la situaci�n en que seguir�a
Europa tras la ca�da de Hitler
gracias al �aliado� rojo. Ya en
el temprano 1920 hab�a dicho:
"Mi odio al bolchevismo y los
bolcheviques no est� basado en
su tonto sistema econ�mico o su
absurda doctrina de una igualdad
imposible. Surge debido al
terrorismo sangriento y
devastador que practican en cada
tierra que han quebrantado, y
s�lo mediante el cual su r�gimen
criminal puede mantenerse"
.
Pero �qui�n habla hoy de todo
esto? El mundo se horroriza - y
con raz�n - por los cr�menes
cometidos por los nazis, pero
mientras tanto ignora
flagrantemente los del mismo
tenor y mayor extensi�n
perpetrados por sus antiguos
socios comunistas.
Cap�tulo 5
��Qui�n? �Yo? Yo no fui. Fue
�l.�
Usted decide lo que el
marxismo �realmente
significa� y qui�nes fueron
los verdaderos
representantes del
comunismo. Simule inter�s
por Trotski por perder, de
alguna manera, el poder en
manos de Stalin, aunque
usted lo odie tambi�n.
El comunismo ha sido
representado de una manera u
otra por todos sus l�deres,
pudieran estos conservar el
poder m�s o menos tiempo, como
en el ejemplo citado de Trotsky
y Stalin. Lo cierto es que en el
caso del primero no dudamos un
momento al afirmar que de haber
adquirido el poder m�ximo,
habr�a sido tan sanguinario como
su enemigo pol�tico. AI360 ha
realizado una investigaci�n para
demostrar este punto
. Trotsky
estaba lejos de ser un simple �intelectual
idealista�, y en su posici�n
de comisario de guerra cometi�
muchos cr�menes sin que le
temblara la mano ni flaqueara su
determinaci�n. Defendi� el
terrorismo, aprob� fusilamientos
masivos, destruy� a todo el que
disintiera del ideario
comunista. En definitiva, fue
igualmente monstruoso, pero con
menos posibilidades de llevar a
cabo sus designios que la
contraparte.
Lo mismo se aplica al resto de
la dirigencia y cabecillas
revolucionarios. Si hablamos de
Mao, del Che Guevara, de Pol Pot,
de Ho Chi Min, Lenin, Tito,
Ceacescu, Bela Kun, Choibalsan,
Castro, Ortega, Mengistu, Macias
Ngema, Honecker, etc., todos han
seguido coherentemente el camino
de la represi�n violenta
extrema. Esto puede probarse
detalladamente si as� se desea.
Cap�tulo 6
�Todo lo que se diga ser� usado
en su contra�
Hable constantemente de
George Orwell. Cite obras
como Rebeli�n en la Granja y
1984. No se preocupe por el
hecho de no haber pisado
nunca la URSS y los dos
libros ser�n mucho m�s
veraces.
Cuando la bibliograf�a que trata
un hecho es tan extensa como en
el caso de la cr�tica
fundamentada contra el
comunismo, es irrelevante si se
ha estado en la Uni�n Sovi�tica
para poder conocer las
problem�ticas de un r�gimen y
los cr�menes cometidos all�. Si
as� fuera, la geopol�tica no
existir�a exceptuando aquellas
obras cuyos autores estuvieron
en los lugares de los cuales
hablan y presenciaron
personalmente cada hecho que
relatan. De este modo tampoco
podr�amos hacer ning�n tipo de
revisi�n hist�rica que nos
permitiera declarar como
err�neos y da�inos algunos pasos
que dio la humanidad, con sus
consiguientes consecuencias.
En tal caso, ser�a absolutamente
imposible hablar de los males
producidos por la Alemania Nazi
si no vivimos bajo su sistema, o
del fascismo italiano, y as� por
delante, toda la largu�sima
serie de gobiernos, movimientos,
guerras y sucesos hist�ricos y
actuales que no hemos
presenciado personalmente. �No
es eso absurdo? �O acaso los
autores de estos puntos han sido
testigos directos de todo lo que
critican?
Para poder hablar de un hecho es
necesario estar bien informados,
contrastando los datos
recibidos, verificando su
procedencia, estudiando las
posibles coincidencias y/o
contradicciones, etc., y esto
nos permitir� avalar o rechazar
una declaraci�n, ya sea de alg�n
evento pasado como presente. Por
eso mismo es posible opinar con
buena base sobre la realidad de
lugares y sucesos que no se han
presenciado directamente.
Eso es lo que alguien como
Orwell hizo en su momento, muy
bien fundamentado en la
informaci�n catastr�fica que
sal�a de atr�s de la cortina de
hierro en el tiempo en que
escribi� la obra citada, durante
la Segunda Guerra Mundial.
Como �l, otros autores
denunciaron a su manera lo que
ve�an que estaba ocurriendo.
Unos desde afuera, como es su
caso, otros desde adentro, como
en el caso de Solzhenitsyn por
citar a un autor conocido entre
muchos, y una mir�ada de
investigadores que durante y
despu�s del per�odo sovi�tico se
han ocupado de averiguar y
verificar informaci�n confiable
� que no es precisamente la que
entregaba el gobierno en su
momento � para darla a conocer a
la desinformada poblaci�n
exterior.
Sin duda los autores de los 40
puntos � y sus m�s leales
seguidores � buscar�n la forma
de desprestigiarlos a todos
ellos, asegurando que eran
saboteadores, enemigos del
pueblo, generadores de
desinformaci�n, amigos de la CIA
(acusaci�n omnipresente) o de
los intereses norteamericanos,
etc. Esto aplica indistintamente
a quien sea que descubriese, no
estuviera de acuerdo o quisiera
relatar lo que ocurri� bajo su
gobierno. As� actuaron en la
pr�ctica sus �padres�,
persigui�ndolos, incrimin�ndolos
y elimin�ndolos siempre que
estuvo en su poder hacerlo.
Por lo dem�s, no es dif�cil
verificar la ferocidad de lo que
estaba ocurriendo al ver el
destino que tuvieron sus mismos
exponentes de mayor prominencia.
En la Uni�n Sovi�tica, ya que
hablamos de ella, tenemos los
casos de Trotsky, Bujarin,
Rakovsky, Zinoviev, Radek, Rikov
y Beria, por nombrar solamente
un pu�ado de nombres de la misma
dirigencia que fueron primero
asesinos y luego asesinados por
el mismo sistema que hab�an
ayudado a crear, y que el
documento al que ahora
respondemos defiende sin ninguna
verg�enza.
Cap�tulo 7
�Genocidio? No. S�lo decenas de
millones de muertos
Cite n�meros de muertes
masivas sin tener en cuenta
la demograf�a o la
coherencia. �Tres millones
de muertos por el hambre? �7
millones? �10 millones? �100
millones de muertos en
total? Usted no precisa
comparar su trabajo con
nadie, lo que es bueno, ya
que probablemente usted
tampoco comprob� dato
alguno.
La historia de la investigaci�n
de cifras de v�ctimas de
diversas categor�as bajo
reg�menes totalitarios ha sido
dificultosa debido a que
normalmente estos gobiernos
ocultan la informaci�n,
neg�ndola, minimiz�ndola o
deform�ndola. Por este motivo
hay varianza en los estimados de
n�meros para cada categor�a
(muertos, encarcelados,
deportados, hambrunas, etc.).
Sin embargo, es bas�ndose
justamente tanto en la
estad�stica demogr�fica como en
testimonios fidedignos,
documentos desclasificados
despu�s de la ca�da de tales
sistemas, informaci�n cruzada,
evidencia como tumbas colectivas
y otros datos hist�ricos como se
han podido determinar con cierto
rango de error aceptable de qu�
cantidades estamos hablando en
cada caso.
Uno de los pioneros en este
trabajo respecto a la Uni�n
Sovi�tica en particular fue
Robert Conquest � quien
obviamente y como era de esperar
ha sufrido el desprestigio de
las izquierdas � seguido por
numerosos investigadores,
historiadores, compiladores y
testigos que dieron sus
estimados dentro de lo que se
pod�a extraer de territorios
totalmente sellados, en que la
gente no pod�a hablar, escapar
ni siempre eran registrados sus
sufrimientos. Oficialmente,
muchas v�ctimas no han figurado
en ninguna parte debido a
ejecuciones sumarias y
violencias de toda �ndole no
contabilizadas en ning�n
registro. Por lo dem�s, muchos
otros registros que s�
existieron fueron destruidos
antes de la ca�da del r�gimen
dictatorial que los hab�a
reunido.
Cuando la informaci�n disponible
es parcial por la represi�n,
silenciamiento y censura, se
utiliza una metodolog�a
estad�stica mediante la cual se
llega a una aproximaci�n
razonable, que involucra el
rango de estimados hasta lo que
es aceptable bas�ndose en toda
la informaci�n disponible, y se
define dentro de ese rango una
cifra prudente que refleja la
clave estad�stica buscada.
Se calculan entonces sub-estimados
bajos y altos para cada caso
dentro de lo m�s probable.
Evidentemente, las cifras se
encuentran muy probablemente
entre estas dos cantidades y por
ello suele sacarse un promedio
con la variable de error posible
entre menor y mayor.
Sin embargo, justamente por el
dedicado estudio de aplicados
investigadores hoy podemos tener
una idea bastante clara del
impacto que esos gobiernos
tuvieron sobre sus pueblos.
Personas como el mencionado
Conquest: Rummel, Pipes, Figes,
Solzhenitsyn, Adler, entre
muchos otros, han dedicado a�os
de su vida a un pormenorizado
esfuerzo por desentra�ar el
manto de silencio impuesto sobre
los pa�ses asolados por el
comunismo.
Lo que m�s importa a estos
efectos es que, como declar� la
Asamblea General de las Naciones
Unidas en 1948 "genocidio es
la negaci�n del derecho de
existencia de grupos enteros de
seres humanos, como el homicidio
es la negaci�n del derecho de
los seres humanos
individuales... Han ocurrido
muchas instancias de tales
cr�menes de genocidio, cuando
grupos raciales, religiosos,
pol�ticos y otros han sido
destruidos, enteramente o en
parte". Y este es el caso
que enfrentamos cuando hablamos
de los cr�menes comunistas. Es
perfectamente factible detallar
las cifras y las razones por las
cuales se ha llegado a las
mismas en cada caso particular,
a�n con sus varianzas que ser�n
declaradas pertinentemente si
as� se requiere.
No podemos caer, sea cual sea la
cifra exacta de cada categor�a
criminal � que s� sabemos por
los estudios lo elevada que fue
con total seguridad � en la
mentalidad genocida que
encuentra aceptable una cuota de
millones a los cuales considera
el precio para conseguir sus
objetivos. Y esto no debe
olvidarse.
Para refrescar su memoria,
leamos lo que dec�a Lenin:
�Ni un s�lo problema de lucha de
clases jam�s ha sido resuelto en
la historia excepto por la
violencia... La lucha de clases
no asumi� esta forma
accidentalmente. Es la forma en
que las clases explotadas toman
todos los medios de poder en sus
propias manos para destruir
completamente a sus enemigos de
clase"
.
No es de extra�ar, por tanto,
que consecuentemente una Orden
Bolchevique durante su gobierno
dijera: "Trabajadores, ha
llegado el tiempo en que deben
destruir a la burgues�a, o ella
los destruir� a ustedes.
Prep�rense para una embestida
contra el enemigo de la
revoluci�n. Los pueblos deben
ser limpiados de su putrefacci�n
burguesa... todos aquellos que
son peligrosos a la causa de la
revoluci�n deben ser
exterminados... De ahora en
adelante el himno de la clase
trabajadora ser� un himno de
odio y venganza".
Sin dedicarnos ahora a detallar
cifras como se har� en una
investigaci�n especial al
respecto, leamos el
reconocimiento del comunista
Maksim Gorky acerca del punto
espec�fico del hambre: "Asumo
que la mayor parte de los 35
millones afectados por la
hambruna morir�n�
.
Y para quien se vea tentado de
creer que esta clase de
situaciones fueron causas
externas al comunismo, leamos lo
siguiente:
Lenin: "Destruyendo la
econom�a campesina y
llevando a los campesinos
del campo a la ciudad, la
hambruna crea un
proletariado. Adem�s la
hambruna puede y debe ser un
factor progresivo no s�lo
econ�micamente. Forzar� a
los campesinos a reflexionar
en las bases del sistema
capitalista, destruir� la fe
en el zar y el zarismo y
consecuentemente en su
debido momento har� m�s
f�cil la victoria de la
revoluci�n...
Psicol�gicamente todo esto
habla de alimentar a los
hambrientos y as� refleja
esencialmente el
sentimentalismo dulz�n
habitual de nuestra
intelectualidad".
Mugabe (Zimbabwe): "El
poder absoluto es cuando un
hombre se muere de hambre y
t� eres el �nico capaz de
darle comida".
Khatayevich (Ucrania):
"Una lucha despiadada est�
ocurriendo entre el
campesinado y nuestro
r�gimen. Es una lucha a
muerte. Este a�o fue la
prueba de nuestra fuerza y
su resistencia. Tom� una
hambruna mostrarles qui�n es
el jefe aqu�. Ha costado
millones de vidas, pero el
sistema de granjas
colectivas est� aqu� para
quedarse".
�Es necesario m�s para reconocer
la deliberaci�n y gravedad de lo
sucedido? Podemos profundizarlo�
Cap�tulo 8
Libertad � la manera de la
izquierda
Todo aquel que estuvo preso
bajo un r�gimen comunista
probablemente era inocente
de cualquier crimen. Los
comunistas solo encerraban a
poetas inofensivos y
profetas pol�ticos que
ten�an un hermoso mensaje
para compartir con el mundo.
Los reg�menes dictatoriales se
caracterizan, entre otras cosas,
por la destrucci�n de la
disidencia. Lo hacen a trav�s de
diversos m�todos, dependiendo
del nivel de violencia y poder
que tenga tal sistema. Pero la
consigna es clara: no se tolera
la m�s m�nima divergencia con el
r�gimen.
Cuando adem�s se agrega el
factor de la lucha de clases,
nos encontramos con un gobierno
capaz de perseguir estratos
sociales completos, considerados
enemigos del pueblo �nicamente
por pertenecer a esa categor�a.
Citando una vez m�s a un probado
comunista � y sea cual sea la
tendencia de los lectores deben
reconocerlo como fundador de la
Revoluci�n Roja � mencionamos
ahora a Trotsky, quien
reconocer�a tan tempranamente
como era 1918, casi apenas
asumido el poder en Rusia y
cuando a�n no era vencido en la
lucha de poder que sobrevendr�a
tras la muerte de Lenin: "La
primera �poca de la lucha contra
el sabotaje (los intelectuales)
consist�a en destruir sin
misericordia las organizaciones
de los saboteadores. Eso fue
necesario, y por tanto correcto".
�C�mo se mide qui�n merece tal
destrucci�n? Bajo el comunismo
es muy sencillo: todo el que no
concuerde y se someta 100% al
ideario del Partido es un
saboteador, y por tanto �es
correcto destruirlo sin
misericordia�, parafraseando
lo anterior.
Un caso particularmente
impactante fue el que ocurri� en
Camboya, donde la violencia ya
generalizada del gobierno
comunista se extendi�
directamente a todo aquel que
hablase un idioma extranjero,
que supiera leer o escribir, o
que tuviese las manos suaves que
consideraron propias de un
intelectual, ya que no
realizaban trabajos pesados que
las volviesen callosas. En tal
caso no se encerraba a los
�culpables� sino que se los
asesinaba sofoc�ndolos con
bolsas pl�sticas: soluci�n
sencilla y econ�mica que
aplicaban incluso ni�os
comunistas.
Sin embargo, este horror no se
limita a aquel barb�rico
episodio, sino que se repiti�
sistem�ticamente para doblegar a
la poblaci�n y forzarla a pensar
de una sola manera. Cualquier
pa�s en que se instaurara el
comunismo incluir�a
invariablemente la destrucci�n
de la intelectualidad local en
general, y en particular a
aquellos contrarios al nuevo
r�gimen. Esto ocurri� una y otra
vez, en pa�ses como Rusia,
Afganist�n, Alemania,
Bielorrusia, Bulgaria, China,
Estonia, Cuba, Etiop�a, Georgia,
Hungr�a, Letonia, Kazajst�n,
Laos, Polonia, Lituania,
Mongolia, y la lista sigue y
sigue.
Simplemente, el intelectual
tiene dos �defectos
imperdonables�: pertenecer a una
clase privilegiada en tanto no
hace trabajos pesados con uso de
su cuerpo, y tener la
preparaci�n necesaria para
denunciar los abusos que ocurren
enfrente suyo. Podemos citar una
innumerable cantidad de casos
particulares de cada pa�s
mencionado si la contraparte que
intenta defender este punto
ridiculizando la inocencia de
las v�ctimas as� lo solicita.
Cap�tulo 9
Reducir hasta el absurdo
Todo lo que Stalin hizo o
dej� de hacer ten�a una
motivaci�n siniestra oculta.
TODO.
Es probable que como cualquier
ser humano Joseph Stalin tuviera
alguna buena intenci�n. Sin
duda, nadie es capaz de encarnar
el mal absoluto. Hitler, por
ejemplo, mejor� siquiera
temporalmente el problema del
desempleo en su pa�s y con
conciencia ambientalista
protegi� a los animales con
algunas leyes. Esto, sin
embargo, no lo convierte en un
ejemplo a seguir y el mundo lo
reconoce hoy como un genocida
ante todo. Por lo tanto, est�
claro que debe aplicarse el
mismo rigor a cualquiera que
haya causado los estragos que
los genocidas mencionados
produjeron a los pueblos bajo su
poder, independientemente de sus
�virtudes�, si las tienen.
Fueran cuales fuesen tales
buenas cualidades, no debemos
olvidar las propias palabras de
Stalin, dichas en el funeral de
su primera esposa durante su
juventud: �Esta criatura
abland� mi coraz�n de piedra.
Ella muri� y con ella murieron
mis �ltimos sentimientos c�lidos
por la humanidad"
.
Cap�tulo
10
La pobre Primera Gran V�ctima
Manteniendo el esp�ritu de
la regla n�9, recuerde que
Stalin era un ser
omnipotente, tal vez la
encarnaci�n del dios hind�
Vishnu, que ten�a plena
consciencia de todo lo que
ocurr�a en la Uni�n
Sovi�tica y un control total
sobre todo lo acontecido
entre 1924 y 1953. Todo lo
que ocurri� en esta �poca
era a voluntad de Stalin.
�ste conoc�a los detalles
exactos de todos los sucesos
criminales de su tiempo y
debido a su crueldad sin
l�mites, mand� fusilar
millares de personas
inocentes sin humanidad
alguna, independientemente
de donde estaban o de sus
posiciones en vida. Siendo
omnipotente, no era
dependiente de informaciones
pasadas para �l por decenas
de millares de subordinados.
Stalin era la mente detr�s de lo
que ocurr�a, pero estaba lejos
de estar solo. Como resulta
evidente en una tierra de
semejantes proporciones como las
que alcanz� la Uni�n Sovi�tica,
hacen falta muchas manos,
voluntades y responsabilidades
para llegar a lo que sucedi�. Y
por lo dem�s no es preciso ni
�til culpar del Terror a un solo
hombre considerando que los
asesinatos sistem�ticos
comenzaron poco despu�s de que
Lenin tom� el poder en 1917 y
nunca se detuvo hasta la muerte
de Stalin, con unos cuantos
episodios posteriores graves
tambi�n.
Se trataba de un verdadero
sistema social basado en el
derramamiento de sangre, que se
"justificaba" con el sufrimiento
ahora para tener � supuestamente
� la felicidad despu�s. Pero es
cierto que el Terror no fue s�lo
una consecuencia de la
monstruosidad de Stalin, aunque
s� se expandi� y aceler� por su
arrollador car�cter malicioso.
"El mayor placer", dir�a
a Kamenev antes de acabar
tambi�n con �l, "es marcar al
enemigo de uno, prepararlo todo,
vengarse uno mismo a fondo y
despu�s irse a dormir".
Est� claro que el terror no
habr�a sido igual sin Stalin,
aunque hubo miles de oficiales
que ordenaron o perpetraron los
asesinatos. E incluso muchos de
ellos sin duda asesinaron con
entusiasmo, dedicaci�n y casi
podr�a decirse que alegremente a
muchos m�s de los que les hab�an
pedido. Como tambi�n es verdad
que ninguno de ellos jam�s fue
juzgado por esos cr�menes,
mientras otras personas eran
condenadas por causas mucho
�menores� si no eran ya
directamente inocentes.
Era sorprendente la apertura de
Stalin con este c�rculo del que
hablamos en cuanto a la meta de
"acabar" con todos los Enemigos.
�l comparaba su Terror a la
masacre de los boyardos por
parte de Iv�n el Terrible.
��Quien recordara toda esta
chusma en diez o veinte a�os de
tiempo? Nadie. �Quien recuerda
ahora a los boyardos de los que
se ocup� Iv�n el Terrible?
Nadie... El pueblo tiene que
saber que se estaba deshaciendo
de todos sus enemigos. Al final,
todos ellos tuvieron lo que
merec�an".
Y m�s tarde a�adir�a a Mikoyan:
"Iv�n mat� demasiados pocos
boyardos. Deber�a haberlos
matado a todos, para crear un
estado fuerte".
El Partido, con Stalin a la
cabeza, determinaba una cuota de
v�ctimas para conseguir el
objetivo de mantener
aterrorizada a la poblaci�n de
cada zona. Esto se ve en los
numerosos documentos
(actualmente desclasificados)
que atestiguan las �rdenes
emitidas hacia el NKVD con este
fin. Por tanto, era voluntad del
gobierno que esto sucediera, y
no escapaba a su control � capaz
de perseguir y encarcelar a una
persona por manchar
involuntariamente una fotograf�a
de Stalin en el diario � la
mortandad que se estaba
suscitando.
De esta manera, mientras las
regiones llenaban sus cuotas sin
nombres, Stalin tambi�n se
dedicaba a acabar con miles de
los que conoc�a bien. En ese
tiempo el "camarada" Yezhov
visit� a Stalin a diario, y
dentro de apenas un a�o y medio,
5 miembros de 15 del Politbur�, 98
miembros de 139 del Comit�
Central y 1.108 delegados de los
1966 del Decimos�ptimo Congreso
hab�an sido arrestados. Yezhov
en ese entonces expidi� 383
listas de nombres � que fueron
conocidas como '�lbumes' porque
conten�an fotograf�as y breves
biograf�as de las victimas
sugeridas � y propon�a:
"Solicito sanci�n para
condenarlos a todos bajo la
Primera Categor�a", es
decir: muerte.
La mayor parte de aquellas
listas de muerte estaban
firmadas por Stalin, Molotov,
Kaganovich y Voroshilov, y hubo
por supuesto otras que tambi�n
estaban firmadas por Zhdanov y
Mikoyan. Algunos d�as, por
ejemplo el 12 de noviembre de
1938, Stalin y Molotov firmaron
3.167 ejecuciones. Molotov
admitir�a despu�s: "Yo firm�
la mayor�a de las listas de
arresto. Debat�amos y tom�bamos
una decisi�n. La prisa gobernaba
el d�a. �Pod�amos atender todos
los detalles?... A veces se
agarraba gente inocente.
Obviamente uno o dos cada d�a
eran atrapados por error, pero
el resto era correcto".
�Era �correcto�? M�s all� del
horror de la afirmaci�n, tal
�correcci�n� en un juicio
determinado tan apuradamente
como se reconoce es un punto que
en verdad habr�a que estudiar a
fondo.
Y de esta misma forma los reci�n
mencionado ordenaron
directamente las muertes de
39.000 personas a trav�s de
estas listas. Al final Stalin
mismo confesar�a: "Estoy
acabado, no conf�o en nadie, ni
siquiera en m� mismo".
Pero sigamos viendo ejemplos de
la violencia desatada durante el
Terror. El 5 de julio de 1937 el
Politbur� ordenar�a al NKVD
"confinar en campos por 5 a 8
a�os a todas las esposas de
traidores condenados", y
tomar bajo la �protecci�n� del
Estado a los ni�os menores de 15
a�os: inmediatamente 18.000
esposas y 25.000 ni�os fueron
llevados a tales destinos. Pero
a�n esto no fue suficiente y el
15 de agosto, Yezhov decret� que
los ni�os entre uno y tres a�os
deb�an ser confinados en
orfanatos pero los ni�os
"socialmente peligrosos"
entre cuatro y quince (�!)
pod�an ser encarcelados
"dependiendo del grado de
peligro". De esta manera,
casi un mill�n de esos ni�os
fueron criados as� y la mayor�a
no pudo volver a ver a sus
madres por veinte a�os.
No cabe duda de que Stalin el
motor de esa maquinaria de
muerte. "Cuanto m�s afilados
los dientes, mejor",
escribi� el 7 de mayo de 1937 en
respuesta a uno de sus asesinos
que se quej� de que no hab�a
"perdido sus dientes" pero
se hallaba aturdido con lo que
estaba ocurriendo. Y esta es
solo una de las muchas notas que
aparecieron en los archivos
finalmente abiertos y que
muestran no solo las �rdenes
burocr�ticas de Stalin sino su
involucramiento personal para
alentar incluso a oficiales de
menor rango para que acabaran a
sus camaradas. Los dientes, al
parecer, nunca estaban
suficientemente afilados.
Para llevar a cabo los cr�menes
con el permiso oficial, cuando
se sal�a de la norma de las
cuotas se enviaban solicitudes o
confirmaciones de "tarea
cumplida" a la oficina de Stalin,
que de esta forma era
bombardeada a diario con notas
de ejecuci�n de las regiones,
aparte de las matanzas masivas
especiales: una t�pica
notificaci�n del 21 de octubre
de 1937, por ejemplo, lista 11
ejecutados en Saratov, 8 en
Lenigrado y despu�s otros 12,
luego 6 en Minsk y m�s tarde
otros 5... un total de 82. Hay
cientos de listas semejantes,
dirigidas a Stalin y Molotov.
El culto a la personalidad de
Stalin era tan penetrante en el
pa�s que "La palabra de
Stalin era la ley", como
dijo despu�s Khrushchev. "El
no pod�a equivocarse. Stalin
pod�a verlo todo claramente".
Mikoyan pens� que ese mismo
culto era la raz�n por la cual
nadie pod�a desafiarlo. Pero las
pol�ticas de terror sin duda no
eran s�lo su voluntad. �l puede
haber inspirado mucho de
aquello, pero era el Partido el
que constantemente le urg�a a
purgar m�s enemigos.
Pronto las regiones mataban a
muchos, muy r�pido. Khrushchev,
entonces l�der de Mosc�, orden�
por su parte el asesinato de
55.741 oficiales, cumpliendo as�
sobradamente la cuota del
Politbur� de 50.000. El 10 de
julio de 1937 le escribi� a
Stalin para pedirle fusilar
2.000 ex-kulaks para completar
la cuota. El archivo del NKVD
muestra muchos documentos
proponiendo arrestos. Para la
primavera de 1938, hab�a
supervisado el arresto de 35 de
los 38 provinciales y
secretarios de ciudad, lo cual
da una idea de esta fiebre.
Desde que fue ubicado en Mosc�,
llevar�a listas de muerte
directamente a Stalin y Molotov.
"�No pueden haber tantos!",
exclam� Stalin en ese momento.
"De hecho hay m�s",
replico Khrushchev, seg�n cuenta
Molotov. "No puede imaginar
cu�ntos hay". Con este
entusiasmo, la ciudad de
Stalinabad (Askabad) recibi� la
cuota de 6.277 para ser
fusilados, pero terminaron
ejecutando 13.259.
Los jefes regionales
seleccionaban a las v�ctimas,
encontrando irresistible � de
paso � destruir a sus oponentes
y preservar a sus amigos.
Zhdanov era un entusiasta
creyente de que los Trotskistas
hab�an infiltrado Leningrado, y
supervisar�a el arresto de
68.000 personas en esa ciudad.
Para Beria la cuota inicial fue
de 268.950 arrestos y 75.950
ejecuciones. Esta cantidad luego
aumentar�a m�s a�n. 10% del
Partido Georgiano,
particularmente bien conocido
por Stalin, ser�a asesinado. Una
vez m�s, esto son s�lo algunos
ejemplos.
Para terminar por ahora este
punto, hay que considerar que en
un lugar donde la gente viv�a
bajo total represi�n, donde
cualquier argumento serv�a para
ser arrestado y asesinado
(incluyendo cumplir con cuotas
como hemos dicho) y a�n si se
formaba parte del Partido,
hab�an ciertas libertades para
cumplir las �rdenes pero no se
pod�a hacer lo que cada cual
quisiera sali�ndose de la
normativa vigente. Exist�a s� la
iniciativa personal de las
dirigencias locales, pero guiada
y avalada por el gobierno.
Stalin no necesitaba
determinarlo absolutamente todo,
pero junto al Partido cre� un
aparato de poder y miedo que lo
hac�a en su lugar.
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