Pr�logo
Nota
sobre criminales y
criminalizados
Tras una guerra fr�a triunfante
en lo ideol�gico pero
en forma temporal perdida por las
realidades comerciales, el
socialismo impera globalizando
todo, imponiendo su modelo de
pensamiento d�bil. La izquierda
controla la pauta cultural y
ejerce de juez en asuntos
sociales, econ�micos,
ambientales y art�sticos, por
mencionar los campos principales
de acci�n. S�lo su venia
convierte en �aceptable� y
�leg�tima� cualquier
circunstancia de la vida
moderna.
De
hecho, el pensamiento d�bil es
la consagraci�n de socialismo
subyacente en la ideolog�a
socialista. La tendencia del
pensamiento d�bil
social-alternativo es
desprenderse de la realidad y
los principios de desarrollo,
ahora vistos como obst�culos
para imponer su modelo de
marginaci�n, pobreza y control
dictatorial.
Se
trata de una propuesta
hegem�nica y mesi�nica que en
nombre de una promesa redentora
justifica toda clase de
cr�menes, desastres y
violaciones a los derechos
humanos. Una promesa, por
supuesto, que jam�s se cumple. Y
es ese mismo incumplimiento como
se justifica tanto una
revoluci�n permanente para
ajustar los modelos de
implantaci�n socialista, como la
persecuci�n abierta a todo lo
que sea considerado �obst�culo�
o �restos del antiguo sistema�,
que se combate a brazo partido.
El
pensamiento d�bil se acopla al
discurso de la izquierda a tal
punto que no hay naci�n donde
ante la evidencia del fracaso
del modelo socialista no se
atribuya a las imperfecciones
del sistema a causa de lo que
a�n no se ha podido eliminar del
sistema liberal econ�mico. Es
m�s: son esas herencias eternas
que obstaculizan el proceso
revolucionario las causantes de
la evidencia del desastre. Con
un descaro inaudito, eleva la
revoluci�n a un grado de mito
con aires m�sticos y rom�nticos
acompasados con una producci�n
art�stica que pinta una f�bula
de un pasado irreal y un futuro
prometedor para los m�s
desfavorecidos, aullando, de
paso, por el castigo a quienes
se han opuesto o se oponen a su
ideolog�a dictatorial.
Tal promesa de plenitud social
s�lo puede alcanzarse bajo su
modelo, pese a su oferta de
respeto a la libertad y derechos
humanos contradictoria con la
evidencia virulenta de los
hechos. Pero el socialismo es
una l�gica ciega y sin la menor
finalidad humanista, pese a sus
c�nticos de sirena. En rigor,
s�lo interesa la imposici�n de
su r�gimen, justificado el ba�o
de sangre y el amordazamiento
carcelario de la poblaci�n en
nombre de la purificaci�n �de
clase� y una nueva era,
esplendorosa en sus m�ltiples
beneficios, que no tendr� fin.
Nacional Socialista o
Internacional Socialista, la
promesa es id�ntica. En nombre
de una raza o de una clase, de
un Reich o de un Estado
proletario, las formas, modos y
sistemas nacen del mismo ideal
socialista.
Parte de la promesa es que si el
socialismo avanza sin obst�culos
ni �conspiraciones burguesas�,
las demandas sociales ser�n
plenamente satisfechas con el
advenimiento de una era sin
hambre ni represi�n policial,
con acceso universal a una mejor
salud, educaci�n, cultura y
respeto de los derechos humanos.
Y no se tiene en cuenta ni el
sufrimiento social que significa
el socialismo, ni el sufrimiento
de la naturaleza bajo su
r�gimen.
El
socialismo ha desacreditado el
pensamiento cr�tico tomando por
reaccionaria toda cr�tica,
conspiraci�n, toda defensa a sus
cr�menes y amenaza toda
oposici�n a sus mandatos. Se
impone a la fuerza un
pensamiento d�bil, sumiso, nada
cr�tico, maleable a las
consignas rojas del momento y
adaptable a los movimientos
organizados por sus corifeos. Un
pensamiento temeroso de
cualquier idea opuesta al
sistema imperante, angustiado
por la amenaza de exclusi�n y
persecuci�n bajo el t�tulo de
�trabajar para el enemigo�.
El
actual estado del mundo
evidencia un triunfo universal
de las izquierdas. Aqu� m�s
envalentonados por el control
del poder y all� m�s
conciliadores cuando la
debilidad lo requiere, sus
sistemas controlan pr�cticamente
la totalidad del planeta. Las
honrosas excepciones son s�lo
espacios de respiro para el
mundo libre, y son
combativamente atacadas para
desestabilizarlos y retomar el
control temporalmente perdido.
Cuestiones de inteligencia
t�ctica que hacen impensable un
gobierno abiertamente contrario
a la izquierda, que incluso
corrija las aberraciones
jur�dicas y culturales impuestas
por ellos.
No
impresiona, por tanto, que
principiando el siglo XXI
lideres pol�ticos y dirigentes
sociales se autodenominen
leninistas, estalinistas,
mao�stas o trotskistas, junto a
los movimientos terroristas
nacidos bajo las circunstancias
m�s diversas.
Trotsky, el desconocido
La
investigaci�n que el lector
tiene en sus manos es la m�s
importante y profunda que podr�
encontrar respecto a los
cr�menes de uno de los mayores
genocidas del siglo XX: Le�n
Trotsky. Afirmar esto no es una
exageraci�n. Se han clasificado
cientos de documentos y obras al
respecto, sorteando el
silenciamiento general, y,
depuradas de aquellas carentes
de profundidad o seriedad, se
procedi� a un an�lisis
exhaustivo del material
relevante para luego compilar y
volver a reorganizar la
informaci�n. Ninguna de las
afirmaciones que encontrar�
carece de fuentes fiables.
Como segundo criterio de trabajo
se dio paso a un ordenamiento
l�gico que demostrase la
afirmaci�n central: el perfil
criminal y desconocido del
revolucionario ruso que hoy
inspira a numerosos movimientos
sindicales y terroristas.
Reservamos como respaldo para
informes futuros tanto material
probatorio que bien podr�an
escribirse dos o tres informes
reforzando el presente texto.
Todo eso ir� saliendo a la luz a
trav�s de los estudios
publicados por Alerta 360
Internacional.
Quisiera destacar el esfuerzo de
objetividad, permanente a lo
largo de una tarea que consumi�
meses de investigaci�n. Hemos
descartado todo escrito
panfletario, sea a favor o en
contra, que carezca de la debida
documentaci�n y esp�ritu formal.
Igualmente, la autora omite
interpretaciones personales al
respecto dejando al lector el
juicio sobre los hechos que se
le presentan.
Advierto a quien a�n no conoce
el tema de fondo del informe,
que lo que a continuaci�n leer�
ser� de gran impacto.
Efectivamente, nunca antes se
reuni� en un solo sitio tanta
informaci�n relacionada a los
cr�menes intelectuales, morales
y de sangre impulsados y
dirigidos por un homicida que,
como coincidiremos con la
reflexi�n final, merece estar
entre las primeras filas de los
grandes genocidas de la
historia.
Trotsky representa - dentro del
esquema contempor�neo que
esbozamos como ideolog�a
imperante - el mito del �buen
comunismo�. Uno que, contrastado
con las evidencias criminales y
tragedias humanitarias, se
mantiene como la promesa
mesi�nica, rom�ntica y pura. Es
un Trotsky necesario para
mantener la ilusi�n de que �de
otra forma el para�so es
posible�, llevando, de las
narices a las borregos,
c�mplices y tontos �tiles.
Trotsky es la carta de batalla
del pensamiento d�bil y hoy la
revelamos con toda su verdad
descarnada.
El
pensamiento cr�tico no ha
muerto, como se podr� apreciar.
Por el contrario, alienta
reconocer a contracorriente de
la cultura imperante, que surgen
luces de esperanza en las nuevas
generaciones. Luces que en medio
de la tormenta a la que
asistimos, prometen, as� lo
espero, un futuro mejor para
nuestros hijos. Si los pueblos
que pierden la memoria tienden a
repetir los errores del pasado,
aqu� presentamos nuestra voz
para que el futuro no repita
cr�menes semejantes ni
cooperaciones tan escandalosas.
Andr�s Silva Haro
Director & Publisher
Alerta 360 Internacional