Inicio

Acerca de AI

Art�culos

Investigaciones

Multimedia

Donaciones

 

 

 

 

 

AI | Alerta 360 Internacional

LUCHANDO CONTRA LA DESINFORMACI�N

 

 

 

 

 

 

 
 

 NUESTRAMISI�N >

� Luchar contra la total impunidad que otorga la desinformaci�n.

� Promover debates positivos.

� Alertar crisis.

ALERTAOBRAS >

 

 El Terror Rojo

La mayor investigaci�n sobre cr�menes del comunismo en el mundo. Entrega fascicular.
 

�ltimas publicaciones:

�  Mozambique | (1975-1994)
�  Corea del Norte | (1949-hoy)
�
  Letonia | (1940-1991)
�  Nicaragua | (1979-1990)

 

 ALERTAMUNDO >

 

� Europa

� Asia

� �frica

� Am�rica

 ALERTAINTERNACIONAL >

 

� Investigaciones

� Testimonios y relatos

� Biograf�as

� Art�culos

� Citas

� Glosario
� Lecturas

� Multimedia

  ALERTACONTACTO >

 

� �nase a AI360 hoy

 
� Escr�banos
 

� Mapa del sitio

 

� S�ganos en:

 

Facebook

Twitter

 
ALERTAIDEA

DONACIONES

Su aporte en dinero, trabajo o contactos es FUNDAMENTAL para continuar luchando.

Toda cooperaci�n es �til.

   

Aporte ahora

   

 

myspace live counter
 

 

 
   
   
 

 

EL TERROR ROJO

 

 

GENERAL | por Alerta Internacional

 

Juegos psicol�gicos
Por Andr�s Silva Haro
�ltima modificaci�n: 10 de diciembre de 2009 | Descargar en formato PDF

 

En guerra psicol�gica uno de los juegos favoritos de la izquierda es jugar al miedo/simpat�a. Y, por supuesto, a la falsa oposici�n. Las reglas son sencillas. Si despu�s de intentar persuadirle y de agotar todos los sofismas posibles quieren que usted haga algo que naturalmente usted no acepta, le presentar�n dos opciones: o acepta su propuesta o se cumplir�n sus peores pesadillas. La falsa oposici�n es m�s com�n de escuchar: o es de ellos o es un monstruo terrible.

 

Sade sale a jugar

 

Imagine que, por ejemplo, desean arrebatar su vivienda. Primero tratar�n de convencerle de que es un acto ego�sta poseer algo mientras otros no poseen nada, le bombardear�n con im�genes escogidas de situaciones extremas de desamparo, etc. Recuerde que el arma favorita y predilecta de las izquierdas es la CULPA. Primero intentar�n hacerle sentirse culpable.

 

Si practica alg�n tipo de fe, distorsionar�n su sentimiento religioso hasta hacerle sentir que contradice su fe� al no seguir los pasos de la izquierda. Si la fe no es su fuerte bombardear�n su conciencia c�vica con im�genes chocantes que irriten su sentido de justicia. As� es como se enciende un fuerte sentimiento de culpa que predispone a las propuestas izquierdistas de �reparaci�n de la injusticia�. Ellos escogen el ejemplo y las pruebas que apoyan sus �soluciones�. Usted s�lo siente la culpa y, sin pensarlo, un d�a se ve de lleno pensando y deseando a su estilo lo que antes rechazaba.

 

Pero supongamos que por su preparaci�n intelectual o sentido de la realidad, no cae en los juegos psicol�gicos. Por ejemplo, su sentido cr�tico no le lleva a aceptar las �demostraciones� fabricadas para obligarle a usted a aceptar sus ideas.

 

El juego se hace m�s interesante. En tanto no sirvi� la estrategia de tortura psicol�gica a trav�s del dolor de la culpa hasta que �suelte� sus principios y acepte a la izquierda, se servir�n del viejo juego del �bueno y del malo�. �Ha visto en las pel�culas el juego de extorsi�n donde, por ejemplo, un agente �malo y agresivo� intimida a la v�ctima mientras otro se muestra �bueno y generoso�? Bien. El agente �bueno� se muestra �comprensivo� y consigue las cosas �por las buenas�, y si no� el malo vendr� y �l no podr� evitar las consecuencias. El agente �bueno� comienza a extraer informaci�n sensible a trav�s del juego de complicidad conocido como �yo te entiendo�. Se muestra en un �aspecto humano� y hasta comprensivo, casi del mismo lado pero que �por las circunstancias del momento debe cumplir un papel desagradable�. La v�ctima cede a la presi�n psicol�gica por el miedo al agente �malo-agresor�.

 

Si finalmente usted escapase de la sala de torturas, el tercer juego se activa. Se crea una falsa oposici�n. Si no es de ellos, es una aberraci�n �contraria�. Es como cuando entre adolescentes se obligan a actuar de una determinada manera o, por ejemplo, dudan de su virilidad. O fuman, se drogan, hacen o no hacen �eso� o no son �machos�. A su escala, no serlo es una �aberraci�n� y la �nica alternativa elogiable es hacer lo que el grupo pide. Un grupo que, si penetramos mejor en sus psicolog�as, est� movido por un par de alborotadores y secundado por �entusiastas� compa�eros de aventuras que act�an as� por miedo a �no ser machos�. Es m�s: muchas veces es tan grande el temor a no ser calificados como �aberraci�n� que los menos partidarios suelen ser los m�s feroces perseguidores de los �disidentes�, como si de esta manera probasen, en este caso, su �hombr�a�. Quienes investigamos en el campo de la psicolog�a conocemos la fuerza de la culpa expresada en el axioma �no hay peor perseguidor que el que se siente perseguido�.

 

�Ni m�o ni tuyo sino todo lo contrario�

 

En el caso de la vivienda, por haberse opuesto a la manipulaci�n a trav�s de la tortura psicol�gica mediante el sentimiento de culpa, se le amenazar� con el �agente malo-agresor�. Lo escuchar� muchas veces: si no se toman �medidas sociales� como la confiscaci�n de los bienes y su repartici�n �igualitaria�, por ejemplo, debemos esperar el surgimiento de acciones terroristas, el levantamiento popular, el aumento de la delincuencia o el auge de la violencia. Para evitar �la amenaza�, cederemos un punto a su ideario rojo. Y luego otro, porque el �monstruo� no se ha calmado. Y luego otro m�s.  La misma tortura psicol�gica sirve para justificar concesiones separatistas y los nuevos �proletariados�, es decir, las colectividades �oprimidas� por el �sistema�.

 

Si la extorsi�n mafiosa no diese resultado, siempre queda la tercera opci�n: si usted no cede a la tortura de la culpa ni a la amenaza de los matones, queda al otro lado de la contienda convertido en un �monstruo�. Los ejemplos de la tercera v�a de tortura psicol�gica (presi�n por desesperaci�n) abundan: o �izquierda� o �nazi�, o �socialista� o �capitalista�, o �popular� o �elitista�, o �progresista� o �ultra�, o �relativista� o �autoritario�, o �abierto� o �cerrado�, o �dem�crata� o �dictatorial�, etc. Las falsas contraposiciones no tienen fin. Y pueden seguir cre�ndose a conveniencia de las izquierdas donde frecuentemente su auto denominaci�n sea intencionalmente ambigua: un sentido p�blico y otro privado.

 

Un ejemplo pr�ctico ser� la tan predecible reacci�n a esta obra: denunciar el terror rojo ser� respondido como �una defensa del capitalismo explotador� o bien como �una justificaci�n nazi-fascista�. En otras palabras, el prop�sito esclarecedor y reparador del contenido de la obra, sus denuncias y s�lida documentaci�n quedan �invalidados� por ser �defensas de la explotaci�n capitalista�, �un servicio al neoliberalismo criminal�, �una acci�n nazi-fascista�, etc.

 

No crea el lector incauto que al decir esto pretenden ignorar lo sostenido en la obra. Por el contrario: concientes del peso de su contenido, su intento ser� acallar la leg�tima indignaci�n del lector y la exigencia de justicia y respuestas a los responsables tanto de los cr�menes como de quienes callaron, cooperaron o combatieron a quieren imped�an sus acciones criminales. �C�mo acallar la indignaci�n? Con sus juegos psicol�gicos. Intentar�n hacer dudar al lector de la legitimidad de su indignaci�n haci�ndole sentir culpable, o amenaz�ndole con una eventual agresi�n de los �duros� por �culpa� de esta obra o, finalmente, situ�ndole �al otro lado� con falsas oposiciones. Contando, obviamente, con que el �opuesto� es una caricatura burda que - recortada y pegoteada a su antojo - sirve a sus intereses.

 

Reacciones previsibles: evadir, atacar, confundir

 

Recomendamos al lector no seguir el juego psicol�gico de las izquierdas. No intente justificarse ante un falso dilema. Si lo hace, s�lo conseguir� cooperar con la habitual evasi�n izquierdista. Jam�s conseguir� una respuesta clara de su responsabilidad en los cr�menes, maldad y represi�n, ni de por qu� cooperaron o siguen apoyando el mayor holocausto de la historia de la humanidad. Mucho menos lograr� una respuesta por parte de quienes cooperaron �tranquilizando� a la poblaci�n respecto a la criminalidad roja o combatiendo a los criminales. Lo que s� lograr� es verse amordazado por falsos dilemas y amenazas mafiosas en un grado que apunta incansablemente al claro objetivo de llevarle a perder la verdadera perspectiva y proporci�n de las cosas.

 

Para combatir la desnutrici�n no hace falta dividir una obra dedicando la mitad de la investigaci�n al problema de la obesidad. Por evitar el enfado de los rojos no excederemos los l�mites de este trabajo abundando en los abusos de algunos empresarios, injuriando as� a la enorme mayor�a de gentes honradas que dirigen honestamente sus empresas, muchas veces a costa de grandes riesgos y sacrificios personales. Semejante ofensa dirigen las izquierdas con sus argumentos racistas y anti-pobres. Frente a los ojos de �lo amigos del pueblo� todo pobre se convierte en delincuente y todo ind�gena en terrorista, como si el estado o nacimiento de una persona determinase su futuro criminal. Ofensa grav�sima es esta, sobretodo para quienes a costo de grandes esfuerzos revirtieron las duras condiciones de carencias al nacer y brindaron a sus familias mejores condiciones de vida, leg�tima aspiraci�n que sin duda alguna desear�an facilitar a sus semejantes.

 

�Abusus non tollit usum�, dice el adagio latino. Y es verdad: el abuso no suprime el uso. Los vicios humanos que abusan de los principios leg�timos de la propiedad privada, de la libertad o de la libre iniciativa no les invalidan sino que les refuerzan por exceso. Los mandamientos mismos son l�mites virtuosos, por ejemplo, al derecho de propiedad. Mandan tanto no robar como no codiciar los bienes ajenos. Demonizar al sistema de propiedad privada y libre iniciativa aludiendo a los abusos es injusto, difamatorio y manipulador. No es eliminando el sistema sino promoviendo la virtud que se corrigen los excesos� Como es midiendo lo que comemos que evitamos la gordura, y no suprimiendo el alimento. A menos que por recelar de la libertad no pueda pensarse sin un sistema carcelario, una regulaci�n hasta de los actos m�s �ntimos y personales de las personas y un estado policiaco que persiga a los infractores.

 

Quien desee desarrollar una obra como la presente pero contraria para contentar los juegos psicol�gicos de las izquierdas goza de plena libertad � a la que firmemente creemos y defendemos � de escribir y probar cuanto se desee. Pero no se pretenda con eso invalidar lo dicho en nuestro trabajo. El principio m�s elemental de las ciencias y de la filosof�a exige paridad de t�rminos. Si acusamos, que se responda la acusaci�n. Si probamos, que se pruebe lo contrario de lo que sostenemos. Con igual seriedad en fuentes y pruebas.

 

Podemos, si as� se solicita, debatir sobre los abusos � indudables, condenables y lamentables � de los principios leg�timos que hemos enunciado. No tememos ni nos deja de interesar un debate sobre el tema. Pero no se evitar� con eso que las acusaciones sobre los cr�menes rojos queden sin contestar. No se responde cambiando de tema o se�alando la mala dieta del juez para evitar el juicio por un robo de gallinas. Cada cosa en su t�rmino y proporci�n.

 

Otro asunto ser�, por supuesto, si se desean justificar los ba�os de sangre y el horror del terror rojo como respuesta a los abusos de los ricos y famosos. Por esa v�a el lector puede juzgar por si mismo el tenor del debate.

 

Fascistas rojos

 

Dejamos para el final una de las m�s pintorescas � y descaradas, como se ver� a continuaci�n � falsas oposiciones lanzadas por las izquierdas a quienes no concuerden con sus ideas. No coincidir con los �defensores de la libertad de expresi�n� equivale a ser �nazi� o �fascista�. Obviamente, si adem�s el lector se declara anticomunista, el mote viene acto seguido.

 

No se trata s�lo de sem�ntica para probar que el internacional socialismo y el nacional socialismo son paridos por la misma loba roja. Pocos festines son m�s alegres para la izquierda que perderse en interminables diferenciaciones bizantinas entre sus facciones y los �nfasis de cada una, con ese amor fetichista por siglas y claves sem�nticas: �social�, �democracia�, �cristianos�, �rep�blica�, �popular�, �radical�, �liberaci�n�, �ortodoxo�, �renovado�, �liberal�, �socialista�, �anarquista�, �comunista�, �nacional�, �internacional�, �trabajador�, �proletario�, etc. Bien podr�a el lector divertirse jugando con los t�rminos para bautizar nuevos partidos de izquierda al tono que desee. Eso, claro est�, si fuese divertido y si el bautismo no causase horror a la mentada izquierda.

 

�Ser� un descaro sostener que el fascismo y el socialismo son hermanos? Esto va m�s all� de sus id�nticos sistemas totalitarios basados en la violencia y destrucci�n masiva. Comunistas y fascistas son socialistas y ambos son hijos de la misma madre. No son �extremos� opuestos, uno de �derecha� y otro de �izquierda�. Sin embargo, conviene muy bien a los simpatizantes de las izquierdas tachar de �fascismo� (agente malo-agresor) a quienquiera que no simpatice con sus ideas, �demostrando� su acusaci�n con la caricatura que han fabricado para tales efectos.

 

Sin embargo, la realidad es bien distinta�

 

Dos hijos de la misma loba

 

Ya sea desde lo estructural o desde lo ideol�gico, son hermanos. As� lo declaran tanto Goebbels[1] ("El movimiento nacional-socialista tiene un solo maestro: el marxismo") como Thorez[2] ("Nosotros, comunistas, somos disc�pulos de Marx y Engels").

 

Sus visiones ateas y antirreligiosas son hermanas. En palabras de Hitler y de Lenin, respectivamente: "No queremos m�s a Dios que a Alemania"[3] y "Dios es un enemigo personal de la sociedad comunista"[4].

 

Sus visiones estatistas son gemelas. As� lo proclaman Mussolini ("Todo del Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado"[5]) y Lenin ("La Dictadura del Proletariado es una dominaci�n no restringida por la ley y basada en la fuerza"[6]).

 

La oposici�n a la propiedad privada y libre iniciativa propia de la izquierda no queda menos expl�cita: Hitler proclama "nosotros somos socialistas, y enemigos mortales del actual sistema econ�mico capitalista"[7]. Sobran palabras acerca de sus hermanos de prole.

 

Lo mismo veremos en su furor antifamiliar. "Los ni�os son educados en com�n por educadoras experimentadas en maternidades especiales"[8], declaran los nazis y les siguen los comunistas: "Nos acusan de querer abolir la explotaci�n de los hijos por sus padres. Pues bien, confesamos ese crimen"[9].

 

Opuestos son, por supuesto, a efectos de la manipulaci�n izquierdista de los hechos. Opuestos son, sin duda, si con eso se desea torturar a quien no concuerde con las izquierdas haci�ndole sufrir con la culpa, la verg�enza o la infamia.

 

�A quien no le conviene distanciarse de sus inc�modos familiares si de paso crean un monstruo que pueden emparentar con sus enemigos?

 

Nazi-fascistas y socialistas fueron paridos por la misma madre y comparten su ateismo (o gnosticismo in extremis), su dial�ctica, su totalitarismo y socialismo. �O no es Hegel el padre de los dos lobos? �Su veneno no fluye del mismo Her�clito con su doctrina de que la realidad plena e inmutable no existe? Y sin nociones de verdad; nada subsiste de absoluto ni de definitivo, y menos de sagrado.

 

La misma doctrina dial�ctica y socialista les une. Mussolini, socialista de larga data, sigue a Marx tanto como Lenin. Todos sostienen que la realidad hist�rica es la s�ntesis que surge de una ant�tesis contrapuesta a una tesis. No se fatigue el lector intentando comprender esto. Baste decir que nazi-fascistas y socialistas afirman que la lucha es el origen de todas las cosas, sea de clases, razas, etc.

 

Esta obra despliega ante los ojos del lector el desarrollo en los hechos del germen criminal de los socialismos de toda especie, principalmente del aquel que por su radicalidad gan� triste celebridad: el comunismo.

 

Unos y otros - amorales - ven como medios leg�timos para �purificar� la sociedad (desalinearla) el control totalitario, un Estado-partido, las limpiezas genocidas, la exclusi�n de clases sociales, etc.

 

Engels (1849) ped�a exterminar a los h�ngaros, servios y otros eslavos, bretones, vascos y escoceses. Y no lo dice en privado sino en el peri�dico de su amigo Kart Marx �Nueva Gaceta Renana�, quien con gusto lo public�. Y le sigui�, por cierto, con la idea. Tres a�os m�s tarde Marx se preguntaba en su peri�dico sobre c�mo eliminar a �esos pueblos moribundos, los bohemios, los corintios, los d�lmatas, etc.�. Como concluir� el lector, nazi-fascistas, socialistas y comunistas dieron leal respuesta y cumplimiento a los deseos genocidas de sus padres.

 

El t�pico de la superioridad de clase (econ�mica, racial, etc.) es base fundadora de sus acciones. La obsesi�n de la superioridad racial en comunistas y socialistas es s�lo continuada por Hitler y Mussolini. El Anti During de Engels, en sus notas previas, plantea: �Si, por ejemplo, en nuestros pa�ses, los axiomas matem�ticos son perfectamente evidentes para un ni�o de ocho a�os, sin tener necesidad de recurrir a la experimentaci�n, eso es a causa de la �herencia acumulada�. Por el contrario, eso ser�a muy dif�cil de ense�ar a un bosquimano o a un negro de Australia.� No en vano para el marxismo �las condiciones econ�micas determinan todos los fen�menos hist�ricos, pero la raza es, en s�, un dato econ�mico� (Engels a Borgious, 1894).

 

Por predominio de raza o derechos de clase se justifican matanzas, castigos legales, sobrecargas de impuestos, marginaciones c�vicas, persecuciones, etc. En nombre de la raza o de la clase legitiman sus cr�menes como hoy las izquierdas moderadas justifican castigar a sectores sociales o econ�micos, cuando no se les persigue abiertamente con dos pesos y dos medidas para sus acciones.

 

Fascismo y socialismo. Dos caras de la misma moneda

 

�D�nde choca el nazi-fascismo con las otras variantes de izquierdas? No en su anticapitalismo, com�n hasta hoy con las ramificaciones de los nacionalismos modernos. No con los conceptos totalitarios ni sus justificaciones de predominios y reestructuraciones sociales y culturales. Sus visiones son el �ngulo de visi�n. Mientras nacionalistas aspiran a un modelo local, los socialistas aspiran a un concepto internacional. Chocan en visiones sobre la democracia o el liberalismo. De hecho la propaganda cl�sica roja caricaturiza al nazi-fascismo como forma de autoritarismo, discriminaci�n y combate al pueblo. No critican sus otros aspectos socialistas. Es m�s: baste demostrar su pol�tica universal autoritaria, discriminatoria y antipopular, de persecuci�n a la disidencia, hambrunas y castigo a la intelectualidad para que recurran a la caricatura �fascista� aludiendo, precisamente, a los caracteres que a ellos mismos se les acusa.

 

No en vano, el mismo Hitler prefiere a los comunistas antes que a los socialdem�cratas en Weimar y en 1933 es apoyado calurosamente y votado por los comunistas en el nacimiento del nacionalsocialismo. Para Hitler los desacuerdos con los comunistas siempre fueron �menos ideol�gicos que t�cticos�. No es sino Stalin quien ayuda a su camarada marxista Hitler a burlarse de lo juramentado en el tratado de Versailles. El mismo Stalin, que felicit� a Hitler por la invasi�n a Francia y que exhibi� el apoyo al pacto nazi-comunista por todos los partidos comunistas del mundo.

 

Mussolini, �por qu� recibi� el recelo de la Iglesia y los duros documentos de protesta de la Santa Sede? El Duce, fervoroso anticolonialista y antinacionalista fue - hasta hacerse expulsar del partido socialista en 1914 - creador y director del diario izquierdita Avanti, asociado con anarquistas, masones, garibaldistas, sindicalistas y revolucionarios radicales y luego del impresentable Il Popolo, de orientaci�n marcadamente socialista y radical. Sus postulados estrat�gicos mueven sus piezas de postura y su devenir colonialista y belicista a cargo del fascismo.

 

En nombre de la raza y cultura (nazi-fascistas) o en nombre de la clase (�pueblo�) cometen sus aberraciones ya sea por el crimen de nacimiento (raza), corrupci�n (sectores ideol�gicos o profesionales o de alguna superioridad), por su condici�n econ�mica (burgueses o terratenientes del tipo kulaks) o por no cooperaci�n (baja cuota de producci�n). Una persecuci�n que, como se ver�, no s�lo es una constante bajo reg�menes de terror sino que constituye el cuerpo central de su pol�tica y propaganda en sistemas occidentales considerados democracias.

 

Sin embargo, el nazi-fascismo sigue una caricatura muy �til a las izquierdas como sin�nimo de intolerancia. En efecto, la �corrupci�n� (gays, punks, tribus urbanas, alternativos, etc.) que se persigue cuando la izquierda conquista el poder total, es defendida por la izquierda en su discurso para alcanzar el poder. Los �fascistas� son la intolerancia a lo �alternativo� cuando se vive bajo democracia. Bajo el terror rojo los �alternativos� terminan en la misma fosa que el resto de �los parias� del sistema. En efecto, nunca tales colectivos sociales fueron m�s ferozmente perseguidos y aniquilados como bajo el sistema socialista, cuando detenta todo el poder.

 

Prueba del control cultural del socialismo no nacionalista es el rechazo universal e hist�rico hacia el nazi-fascismo s�lo en aquellos aspectos �tiles de caricaturizar. La propaganda antifascista inunda librer�as, historietas, pel�culas, series de televisi�n, y en general toda la cultura �pol�ticamente correcta�. Las historias sobre el horror nazi forman ya parte del imaginario popular. Una idea del nazi-fascismo que recorta la verdad y s�lo acent�a lo que atemoriza a la poblaci�n. Un silencio elocuente sobre lo que comparten en com�n unos y otros socialismos.

 

Es curioso, de hecho, que en la producci�n cultural se omita hablar de los horrores rojos. El lector, al finalizar la lectura de esta obra, efectivamente comenzar� a sospechar leg�timamente, pregunt�ndose c�mo es posible que por tanto tiempo se haya callado tanto sobre tantos cr�menes, sobre tantos millones y millones de personas en tantos pa�ses y por tanto tiempo con tanta crueldad... y nadie diga nada, levante la voz o pida justicia. Pero por sobretodo se preguntar� c�mo puede ser posible que la prensa, la intelectualidad, organizaciones humanitarias, el arte, los lideres sociales o religiosos pudieron callar sobre tanto y tan enormes cr�menes. �D�nde y quien declar� la amnist�a al terror rojo?

 

Una mente perspicaz puede preguntarse con fundamento: �no ser� que el nazi-fascismo es un poderoso distractor frente a los cr�menes chino-sovi�ticos del momento? Sin negar lo repudiables que puedan ser los ejemplos denunciados, �no ser� que la denuncia de los �cr�menes neoliberales� permite evadir las responsabilidades por los cr�menes recientes e incluso contempor�neos tanto bajo dictaduras rojas como terroristas y en aparentes democracias? �No es un binomio muy �til a las izquierdas para moralizar o esconder sus actos? A fin de cuentas, les permite diferenciar totalitarismos buenos de malos y ubicarse en los buenos o �comprensibles�.

 

Muchos repudiar�n los �excesos� del comunismo o les reducir�n a simples �autoritarismos� posibles de entender con el �fervor idealista� que les mov�a por el �bien popular�. Pero sobran los casos en esta obra en que vemos el horror extendido a toda la poblaci�n (rica y pobre, letrada e iletrada, poderosa e indefensa) no ha tenido m�s miramientos que los del logro de sus objetivos ideol�gicos, sin importar ning�n costo humano e, incluso nos atreveremos a decir, derroch�ndolo con gusto como si fuese simple �material de deshecho� del sistema.

 

Nazi-fascistas y las otras facciones socialistas  comparten su vocaci�n totalitaria donde no hay m�s verdad que la propia y ha de perseguirse a quien no sostenga la ortodoxia oficial. Todos rinden culto personal al l�der, se concibe un partido �nico que en democracia permite la convivencia de clones variopintos y que luego en dictadura aplastar� cruentamente. La adhesi�n compulsiva a la l�nea ideol�gica partidaria, la concepci�n b�lica y confrontacional de la realidad, la movilizaci�n popular, la vigilancia ideol�gica de los ciudadanos, sus medios de expresi�n, la provocaci�n abierta y fomento a la violencia, el desprecio al derecho, el combate a las elites tradicionales, sus valores y la religi�n y el �nfasis en la conquista juvenil� �son privativos s�lo de los gobiernos tratados en esta obra o expresan � mutatis mutandi � magn�ficamente a las izquierdas bajo supuestos democr�ticos como el kirchnerismo argentino o el chavismo venezolano, por citar dos ejemplos acompa�ados de las escaladas boliviana o ecuatoriana, por contextualizar al lector en la acci�n izquierdista en Sudam�rica?. Analice usted y conceda mayor o menor indulgencia a cada cual seg�n desee justificarles.

 

Todos contra Israel

 

A esta altura del debate, poco importa aclarar las diferencias entre antisionismo y antisemitismo. Para el lector reci�n llegado a las lides ideol�gicas, baste aclarar que antisionismo es el desacuerdo ideol�gico-doctrinario con las ideolog�as-doctrinas de las posturas oficiales israelitas. Hay mucho para decir para este tema, pero excede los l�mites naturales de este trabajo. El antisemitismo no es una querella de ideas y conceptos sino una cuesti�n racial. Se combate no a las ideas sino a las personas.

 

Pero quienes - viciados por la propaganda de a�os - ya no distinguen, todo es una misma cosa. El antisemitismo tiene larga data en las izquierdas. Anterior incluso a que los socialistas hitlerianos y mussolinistas comenzaran con sus cr�menes. Marx � con su antijuda�smo rabioso - abordaba el tema en La Cuesti�n Jud�a (1844). Es �l - jud�o como los que atacaba � y no Hitler, quien declar�: �Cuando la sociedad logre suprimir la esencia emp�rica del juda�smo, y suprimir el tr�fico de sus condiciones, el jud�o devendr� imposible� y tambi�n �La emancipaci�n social del jud�o, es la emancipaci�n de la sociedad del juda�smo�. Hitler s�lo sigui� los designios de su padre. Fue la URSS quien por estrategia apoy� al Estado de Israel, para luego retirarlo, retornando a su l�nea m�s pura y natural en ideolog�a socialista.

 

Hoy, la unificaci�n de las izquierdas en torno al antisemitismo es notable. Socialistas, fascistas, nacionalistas � la Putin, mao�stas, ateos e islamitas hacen causa com�n con sus mafias y terrorismos contra Israel y, de paso o por sobretodo, contra Estados Unidos. La nueva bandera, universal y flamante, ha de ser el anti-imperialismo.

 

Pero, �qu� se repudia del �enemigo�? Se les ataca en su capitalismo, fomento de la propiedad privada y libre iniciativa. No se bombardea Hollywood y su �f�brica de inmoralidad� ni Beverly Hills por su �frivolidad�. Se bombardea el coraz�n de los negocios.

 

Obs�rvese de cerca al nuevo bloque: nost�lgicos de la ex URSS, cesantes de las internacionales socialistas, eco-terroristas ansiosos por forzar cambios culturales tendientes a una tribalizaci�n global, desesperados por validar sus teor�as de choques culturales y religiosos, ateos antirreligiosos que hacen del fanatismo la excusa para combatir - fan�ticamente, valga decir - a la fe, ide�logos cazadores de nuevos proletariados, marginados y excluidos, islamitas fetichistas del III Reich, izquierdas desempleadas deseosas de barrer a la burgues�a devenida en �neliberalismo�.

 

�No es una nueva caricatura el actual enemigo? El neoliberalismo se combate no por sus excesos sino por su fundamento. Y por combatirle se permite todo, supliendo hoy en parte el fantasma del nazi-fascismo.

 

Contra el nuevo enemigo, todo vale y todo se justifica. Es el nuevo agente malo-agresor que permite una nueva redefinici�n de buenos y malos y revivir las fuerzas deca�das de las izquierdas, adormecidas cuando acaeci� el cambio de piel tras la ca�da del muro de Berlin.

 

La nueva caricatura permite redibujar alianzas y reconducir el discurso belicista y confrontacional, movilizar masas incendiarias - bajo los focos de la prensa � dispuestas a arrasar Cumbres globales y s�mbolos emblem�ticos, recargar las tintas de la prensa contra los nuevos rostros del enemigo, callar los temas inc�modos y preparar el escenario a los nuevos lideres hacia los cuales ha de rendirse culto, adherir a sus ideolog�as y ser vigilados en la �pureza� de esp�ritu. M�s all� quedar�n las nuevas clases en lucha, que habr� que aplastar en pro de la emancipaci�n popular y un futuro mejor para el nuevo pueblo.

 

La nueva era de la guerra psicol�gica

 

El lector enfrentar�, paralelamente y con posterioridad a la lectura de esta obra, estos juegos psicol�gicos de la guerra psicol�gica de las izquierdas.

 

Quienes por d�cadas hemos trabajado e investigado la realidad psicosocial, especialmente en sus aspectos geopol�ticos y estrat�gicos, podemos anticipar sin gran esfuerzo y casi de memoria, la lista de objeciones que habr� de oponerse tanto al libro como al lector.

 

Poco importar� - puestos a reconocer los cr�menes y verdad de sus ideolog�as y procedimientos - confrontarles con la magnitud de sus cr�menes, el esc�ndalo de su silencio o la maldad de su complicidad.

 

A fin de cuentas no es la verdad lo que desean hacer prevalecer. Si les encara usted siempre, en mayor o menor medida, ser� un amigo del enemigo, un ignorante, un tonto-�til o carecer� de la �ciencia� marxista que le permita comprender la �verdad roja�.

 

No escribimos para convencer a los obsecuentes al terror rojo, ni a sus adalides ni mucho menos a los criminales directos e indirectos, cooperadores o represores-cr�ticos de quienes alertan y les combaten. Para estos, oponerse a ellos ser� un crimen mayor y siempre denunciable.

 

Para nosotros es deber de conciencia y obligaci�n de justicia actuar rectamente, denunciando y clamando por reparaci�n, rigurosos en el an�lisis, evitando el sensacionalismo o la falsa prudencia.

 

Los juegos psicol�gicos ya los conocemos. Tal vez encontremos variantes novedosas, pero, visto el triunfo universal de sus principios y el control de la producci�n cultural, nuestro pesimismo se hace realismo.

 

Este trabajo bien vale el colosal esfuerzo que ha significado si s�lo una persona comprende a trav�s suyo la dimensi�n del mayor drama de la historia de la humanidad y movido por la compasi�n hace que el sufrimiento desesperado de millones de seres humanos no haya sido en vano. No traicionemos su esperanza.
 

Notas:

[1] "Kampf um Berlin", p. 19

[2] Discurso de 28/10/37. Ed. Comit� Popular de Propaganda

[3] Hitler,"Bayrischer Kurier" de 25/5/23

[4] Lenin, carta a Gorki

[5] Mussolini, Discurso a la C�mara de los Dip. 9/12/28

[6] Lenin, "El Estado y la Revoluci�n"

[7] Der Nationalsocialismus, die Weltanschauung des 20 Jahrhunderts

[8] Dupre, "Weltanschauug und Rassenzuechtung"

[9] Marx y Engels, "El Manifiesto Comunista"

 

 

 

ALERTALIBROS

 Tomo n� 12 de la obra "El Terror Rojo": Escalofriante experiencia en una de las m�s atroces dictaduras militares comunistas. Laos - la tierra del mill�n de elefantes � fue sometida por Pathet Lao, con la ayuda de la URSS y Vietnam, al terror salvaje y criminal. Barbarie, pobreza, represi�n y genocidio marcan hasta hoy al pa�s con menor libertad econ�mica del mundo...

Leer online Descargar

 

ALERTAIMAGEN

 Bielorrusia

Residentes de Minsk, "ajusticiados" con horca de parte de los comunistas por haber ayudado de alguna forma, aunque fuese insignificante, a los prisioneros de guerra. 1941.

 

  ALERTA 360 INTERNACIONAL

 

ALERTA 360 INTERNACIONAL�

Buenos Aires - Santiago - Sao Paulo - Madrid - Nueva York

 

 

Necesidades urgentes

 

 

Publicaciones

 

El Terror Rojo. M�s 60 tomos,

miles de p�ginas, fuentes y

gr�ficos. An�lisis y cifras.

 

Cifras de V�ctimas

 

�ndice Mundial de Victimizaci�n.

Cuadros tem�ticos

a nivel global o nacional.

 

Suscripci�n

 

Reciba c�modamente en su correo libros y novedades.

Semanal | Gratis

 

     

 

Alerta 360 Internacional� es una organizaci�n ciudadana de car�cter independiente

y sin �nimo de lucro. Depende de la cooperaci�n del p�blico

para su subsistencia aut�noma de grandes intereses.

Su objetivo es informar y promover debates positivos

en torno a los grandes focos de crisis.

 

� 2009 by Alerta 360 Internacional�. Todos los derechos reservados.