�Am�rica
va como va por culpa de Am�rica�.
M�s que un juego de palabras, es un lugar com�n: Am�rica (norte, centro y sur)
va como va (tan mal) por culpa de Am�rica (USA capitalista).
El
principio no podr�a ser m�s simple ni m�s repetido. Basta hojear cualquier
revista, peri�dico o libro, escuchar programas radiales, producciones
televisivas o cinematogr�ficas, o bien repasar a comentaristas e intelectuales
para ver este lugar com�n repetido y re-contado ad nauseam. Y
enriquecerse hasta lo inconcebible con �l.
Repasemos, en tanto, ciertos clich�s narrados bajo el prejuicio. Y su verdad.
Centroam�rica � por su cercan�a con los Estados Unidos � suele ser el destino
ideo-tur�stico de preferencia para la intelectualizad roja. Ofrece, en pocos
kil�metros, un mosaico de espect�culos inmejorables: exotismo latino, pobreza
inconcebible, corrupci�n escandalosa, crueldad salvaje, caudillismo, dictaduras,
sangre, baile, ron y subdesarrollo.
Es
dif�cil concebir un estereotipo mejor. A dos pasos y con dos ideas se puede
interpretar, explicar y predecir a todo un continente. Y sostener una industria
multimillonaria, popular y electoralmente sensible.
Veamos,
por ejemplo, la culpa como arma antinorteamericana. Los casos de Arbenz
(Guatemala) o Allende (Chile) nos dan buen material.
Arbenz,
el gran mito dem�crata guatemalteco, no accedi� democr�ticamente. Ni las
elecciones fueron limpias. Apoyado en el partido comunista bajo Khrushchev
aplic� el programa sovi�tico en su esp�ritu y forma. Inici� la obligatoria
reforma agraria, purg� posteriormente al Tribunal Supremo que la declar�
inconstitucional y dirigi� la resoluci�n parlamentaria que elogiar�a al
mism�simo Stalin recibiendo armamento sovi�tico como muestra de simpat�a.
Convirtiendo su patria en la cabeza de puente para el imperialismo sovi�tico,
ba�� de sangre el camino con la persecuci�n y muerte de quienes se opusieron.
Pero nada
de esto cuenta para la re-creaci�n hist�rica. Para la producci�n cultural roja,
Arbenz es un m�rtir derrocado por el apoyo norteamericano a la continuidad
democr�tica guatemalteca, su �eficaz� reforma agraria fue lamentablemente
frustrada y su gobierno de libertad y democracia result� intolerable para los
ricos y poderosos.
El mito
se repite en el mucho m�s publicitado Chile de Allende. Financiado por la Uni�n
Sovi�tica y sus sat�lites a trav�s del director de la KGB Yuri Andr�pov, fue
electo presidente tras dos intentos fallidos, esta vez con una minor�a electoral
(36,3%) que precis� el apoyo de la izquierda moderada - e iniciadora de la
reforma agraria - regentada por el partido kerenskista �Democracia cristiana�
(27,8%) para acceder al poder a trav�s de una promesa de garant�as
constitucionales que desmentir�a pocos d�as despu�s, afirmado en el poder.
A mil
d�as de gobierno la persecuci�n cruenta a la oposici�n, las fuertes
restricciones a la libertad de expresi�n, la confiscaci�n de propiedades, entre
otras causas, condujeron a la ruina econ�mica y social del pa�s. Con m�s de un
centenar de muertos en las calles la violencia estall� sostenida por la
radicalizaci�n de las �checas� locales apoyadas por guerrilleros extranjeros
arribados para apuntalar el proceso sovi�tico local. Comenz� la llamada �guerra
civil�. La econom�a cay� a l�mites inconcebibles para la naci�n austral: hacia
fines de 1973 la emisi�n de moneda sin respaldo lleg� al 413%, el crecimiento
nacional fue de -5,57, la inflaci�n lleg� a 606% y los salarios cayeron un
38,6%.
El
Tribunal Supremo, seguido por el Parlamento, declar� la inconstitucionalidad del
gobierno. La C�mara de Diputados aprob� un acuerdo sobre el grave
quebrantamiento del orden institucional y legal de la Rep�blica, acusando al
r�gimen de haber incurrido en graves violaciones: aplicar medidas de control
econ�mico y pol�tico para luego instaurar un sistema totalitario, violar
garant�as constitucionales, dirigir una campa�a de difamaci�n contra la Corte
Suprema, violar la libertad de expresi�n, reprimir con violencia a los
opositores e intentar infiltrar pol�ticamente a las Fuerzas Armada En un �ltimo
intento, el gobierno rojo inici� un proceso radical de reformas comenzando por
una educaci�n marxista de corte sovi�tico. Fue la gota que rebas� el vaso. Se
rumorea que el enorme descontento ciudadano devendr�a en un golpe. El gobierno
declar� que �Si se intenta un golpe, Chile ser� un segundo Vietnam heroico�. El
11 de septiembre se pronunciaron las fuerzas armadas con el apoyo ciudadano
contra el gobierno, checas y guerrilleros, con un saldo para el per�odo -
estimado por las corrientes continuadoras de Allende - de 3 mil victimas.
Como
mito, Radio Mosc�, Gabriel Garc�a Marques y Fidel Castro - entre otros - se
encargaron de difundir una versi�n �rom�ntica� de un Allende asesinado por los
militares, acallando la versi�n de los m�dicos cercanos, doctores Guij�n, Jir�n,
Ruiz Pulido y Quiroga, otros testigos y la propia viuda que sostuvieron
originalmente su suicidio. Para la leyenda Allende encabez� la era dorada de
felicidad popular, donde su epopeya luminosa fue saboteada por Estados Unidos,
los ricos y los poderosos y muri� v�ctima de sus crueles maquinaciones.
Un
Allende, por cierto, convenientemente redibujado por la izquierda que se
enriquece a su costa. Un Allende en realidad m�dico furiosamente racista,
hom�fobo y antisemita, que siendo ministro socialista de Salud cre�a que las
enfermedades mentales, el comportamiento criminal y el alcoholismo eran
hereditarios. Su memoria universitaria, su proyecto de ley, sus declaraciones a
la prensa y escritos plasman su pensamiento nacional socialista.
Un
antijuda�smo que comparten, entre otros, camaradas como Tom�s Allende, padre de
la escritora Isabel Allende, y el criminal nazi de guerra, Walter Rauff,
protegido del gobierno socialista y acusado de ser autor de al menos cien mil
asesinatos y haber inventado las c�maras de gas en camiones, e incluso
denunciado infructuosamente por Simon Wiesenthal ante Allende. Curiosamente, los
argumentos esgrimidos por Allende para negarse a la entrega del criminal nazi
ser�an luego invertidos por sus continuadores para perseguir a Pinochet.
Adem�s,
propuso el tratamiento obligatorio a las toxicoman�as, penalizar el contagio de
enfermedades ven�reas y esterilizar a los enfermos mentales a trav�s de un
Tribunal de Esterilizaci�n apoyado por la fuerza p�blica, inapelable e
inaccesible a la familia del paciente. Copiada de la �Ley para precaver una
descendencia con taras hereditarias� del nazismo, se copian en la tipificaci�n
de delitos pero difieren dada la dureza del socialista chileno. Por ejemplo,
obliga a esterilizar a los alcoh�licos cr�nicos a diferencia de la ley
hitleriana, m�s compasiva con ellos. Recordemos c�mo en los primeros a�os
pol�ticos de Allende los revolucionarios eran psic�patas peligrosos que hab�a
que tratar como enfermos mentales. La eugenesia como ideal socialista, la
xenofobia y la persecuci�n cruenta en nombre de la salud p�blica han sido una
nota permanente en todas las experiencias rojas de la historia.
Si la
realidad contrasta con el mito dorado de los h�roes rojos, no es menos fuerte el
choque de conductas de ambos bloques. Si Estados Unidos apoy� m�s o menos
activamente la mejora de condiciones de vida y las transiciones democr�ticas en
Ecuador (1979), Per� (1980), Bolivia (1982), Honduras (1982), Argentina (1983),
Brasil (1985), Uruguay (1985), Guatemala (1986), Surinam (1987), Panam� (1989),
Chile (1990), Nicaragua (1990), Guayana (1992) y Paraguay (1993), las acciones a
favor de la plena democracia en Cuba, Venezuela, Ecuador, Paraguay, Argentina o
la actual Bolivia ser�n el gran argumento para deslegitimar al sistema
norteamericano acus�ndole de conspirador contra la democracia.
Estados
Unidos - aunque para el mito de las izquierdas convenga presentarle golpista y
armado - s�lo intervino militarmente a favor de las democracias en los casos de
Panam� y Granada, con los consabidos m�nimos casos de p�rdidas humanas.
No es
�ste el caso de las intervenciones armadas sovi�ticas en el continente, con
millares de muertes, cad�veres torturados y mutilados, millones de hu�rfanos y
desplazados, naciones devastadas y estructuras religiosas infiltradas o
masacradas si no prestaban cooperaci�n. Las operaciones militares sovi�ticas en
la agitaci�n revolucionaria argentina, chilena, boliviana, peruana, ecuatoriana,
colombiana, brasile�a, uruguaya o venezolana se unen a las guerras civiles en
Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras.
Sin
embargo, la propaganda roja precisa alimentar su mito. Si Chile recompens�
generosamente - compensaciones millonarias, privilegios laborales, sociales,
educativos y previsionales - cualquier testimonio que incrimine al proceso
militar en contra de la izquierda hasta engrosar voluminosamente sus archivos,
El Salvador tuvo su par con la tristemente c�lebre �Socorro Jur�dico�, repudiada
tanto por los organismos de derechos humanos como por la Iglesia cat�lica dada
la manipulaci�n de datos y descarado partidismo , denunciada posteriormente como
frente guerrillero, inventora, entre otras irregularidades, de una masacre del
ej�rcito con 250 supuestas v�ctimas, falsificando los reportes del ej�rcito para
hacer figurar como civiles las muertes de guerrilleros armados.
S�lo la
intervenci�n norteamericana en El Salvador redujo las masacres a manos de los
�escuadrones de la muerte� hasta hacerles desapareces. Escuadrones que,
divididos entre dem�cratas y socialistas, no dudaron en planificar la muerte del
embajador americano.
En tanto,
la propaganda de las izquierdas presenta a El Salvador como paradigma de la
crueldad norteamericana interviniendo en el continente, con voluminosos saldos
de v�ctimas.
Sin
alejarnos, su vecina Nicaragua sufri� una escalada sovi�tica mucho m�s cruel
a�n. 3.000 desaparecidos en los primeros seis meses de gobierno rojo y 2.000
asesinatos pol�ticos, seg�n fuentes de la Comisi�n Permanente de Derechos
Humanos de Nicaragua, se reflejan en los 14.000 casos de torturas, violaciones,
secuestros, mutilaciones y asesinatos reunidos temporalmente en sus registros.
El declarado apoyo sovi�tico a los sandinistas desde 1979, con el arribo de
tanques y artiller�a el a�o siguiente y un pacto con los rusos que har�a posible
ampliar el ej�rcito a 120.000 tropas, formar�an la mayor fuerza
sovi�tico-americana en la zona.
Lo
anterior no impidi� que la intelectualidad pro-izquierdista incluso en el mismo
Estados Unidos avalara el r�gimen sovi�tico-americano en Nicaragua. La farsa de
las elecciones de 1984 para la Asamblea Nacional, Presidencia y Vicepresidencia
presentaba a un electorado amedrentado - sin derecho a voto secreto, por lo
tanto, fiscalizado por el Comit� Central sandinista - por un aparataje opresivo
(formado bajo �rdenes de la inteligencia sovi�tica) que deb�a escoger las
sugerencias del partido con candidatos subordinados a los nueve Comandantes
sandinistas obviamente no electos.
En
contraste y pese a la propaganda roja, las intervenciones americanas en Brasil,
Honduras, Uruguay, Paraguay, M�xico, Bolivia y Honduras revelan unas pocas
v�ctimas, en tanto Costa Rica, Belice, Panam�, Ecuador, Venezuela, Guayana y
Surinam no ha registran ninguna.
Pero nada
de lo argumentado servir� para destruir la maquinaria roja en tanto no sea
levantada una acci�n equivalente desde los sectores pensantes y bien informados.
Am�rica ir� como se ve venir, por culpa de una autodenominada �Am�rica real�,
una que omite los cr�menes rojos y s�lo se�ala lo que convenientemente presta
ayuda a su propaganda.