Las
prohibiciones sobre blasfemia, herej�a, "insultar al Islam" y ofensas de similar
tenor en el mundo isl�mico buscan, en parte, reforzar la conformidad religiosa y
la aceptaci�n limitando el rango de posible debate y discusi�n dentro de las
sociedades musulmanas. Sin embargo, tales restricciones s�lo pueden ser
completamente efectivas si la sociedad se mantiene cerrada, algo en creciente
dificultad para los gobiernos, dada la difusi�n y acceso de los medios globales.
Es m�s, los musulmanes se
est�n asentando en grandes cantidades en Occidente, donde son una minor�a
inmigrante - una situaci�n inusual en la historia del Islam - y por tanto con
frecuencia se encuentran expuestos a un mayor margen de discusi�n y cr�tica que
antes. Estos cambios, especialmente cuando se compusieron de manipulaci�n
pol�tica, han producido una serie de enfrentamientos legales, diplom�ticos y
violentos bajo el reclamo de "insultos al Islam".
La Corte
Isl�mica de Pakist�n incluy� en la secci�n 295 de su c�digo legal sobre
blasfemia en su pa�s, uno de los m�s persecutorios del mundo a estos
efectos, y que ha encarcelado y condenado a muerte a numerosas personas
bajo el t�tulo "Profanar el Nombre de Mahoma", con la siguiente
definici�n:
"Denigrar o
insultar al Profeta por escrito o palabra; hablando profanamente o
despectivamente sobre �l o su familia; atacando la dignidad y honor del
Profeta en forma abusiva; vilipendi�ndolo o haciendo una mala cara
cuando su nombre es mencionado; mostrando enemistad u odio hacia �l, su
familia, sus compa�eros y los Musulmanes; acusando, o difamando al
Profeta y su familia, incluyendo difundir malignos informes sobre �l o
su familia; difamando al Profeta; rehusando la jurisdicci�n o juicio del
Profeta en cualquier forma; rechazando la Sunnah; mostrando falta de
respeto, desd�n o rechazo de los derechos de Allah y Su Profeta o
rebel�ndose contra Allah y Su Profeta".
Bajo esta
definici�n vaga y represiva casi cualquier gesto, por m�nimo que sea,
puede ser acusado de blasfemia con las duras condenas consiguientes.
Adem�s, en pa�ses donde las minor�as religiosas tienen la mitad de
validez en su palabra que los musulmanes que les culpan, librarse de una
acusaci�n es pr�cticamente imposible aunque sea totalmente falsa. El
gobierno pakistan� - para seguir con nuestro ejemplo, similar en otros
pa�ses de mayor�a isl�mica - dice que no tiene n�meros exactos de las
personas acusadas bajo leyes de blasfemia. Sin embargo, algunas fuentes
han llegado a conclusiones de la escala de acusaciones y arrestos. El
Departamento de Estado Norteamericano ha dicho que en cuatro a�os
(1998-2002) unos 55 a 60 cristianos recibieron estos cargos. Los
informes de la Comisi�n Nacional de Pakist�n para la Justicia y la Paz
indican que entre 1986 y agosto de 2009 al menos 964 personas fueron
acusadas. De ellas 479 eran musulmanes, sin incluir a 340 ahmad�es, 119
cristianos, 14 hind�es y 10 de religi�n desconocida. S�lo en 2005, 80
cristianos acusados de blasfemia se hallaban en prisi�n.
Casos
similares se encuentran con bastante frecuencia en: Arabia Saudita,
Ir�n, Egipto, Afganist�n, la mayor parte de Medio Oriente, Nigeria,
Sud�n, Somalia, Bangladesh, Indonesia, Malasia, Yemen y Maldivas. |
Aunque con frecuencia han sido
impulsado por la turba o ha sido una violencia vigilada por extremistas
religiosos, estos enfrentamientos tambi�n son el producto de los esfuerzos
organizados por estados mayoritariamente musulmanes, y en ocasiones por
organizaciones musulmanas en Occidente, para dar forma y usar las leyes
occidentales e instituciones para suprimir lo que consideran "insultos" a su
religi�n.
El conflicto ahora tiene lugar
en las Naciones Unidas, a trav�s de canales diplom�ticos directos, y va en
aumento dentro de los pa�ses occidentales. Los esfuerzos legales y la
intimidaci�n violenta minan directamente la libertad de expresi�n para un
conjunto de personas mucho m�s amplio, incluyendo a los musulmanes de mentalidad
reformista, que han dejado al Islam, y no musulmanes que han hecho declaraciones
controversiales, desde comentarios intelectuales, cr�ticas y cuestionamientos,
hasta la fuerte condena.
Amenazas de muerte y ataques
violentos contra los supuestos ofensores, as� como contra sus desafortunados
coterr�neos o correligionarios, tambi�n acrecientan la ofensiva legal
produciendo llamadas na�ve a nuevas restricciones sobre discutir al Islam
simplemente para tener paz y armon�a social.
En conjunto, estas presiones
en aumento del refuerzo global de las normas de blasfemia isl�micas amenazan con
erosionar los derechos de la libertad de religi�n y expresi�n.
Las leyes de blasfemia
isl�micas capturaron primero la atenci�n global con la fatwa de 1989 del
Ayatollah Jomeini contra Salman Rushdie, y especialmente desde 2005 han
retornado eminentemente al escenario mundial. Se han visto varios casos
internacionales, tanto en origen como en consecuencia, en los cuales la censura
por blasfemia mantenida en pa�ses musulmanes han creado un conflicto directo y
explosivo por una declaraci�n u obra producida en otro lugar del mundo, que se
ha llamado "insulto al Islam".
De esos casos, la sonora
controversia de las caricaturas danesas del 2005-6 ha producido arrolladoras
reverberaciones. Adem�s de poner a los involucrados en la publicaci�n de las
caricaturas en permanente peligro y causado estragos en la econom�a
dinamarquesa, los ataques de turbas y los asesinatos han tomado las vidas de m�s
de 200 personas que nada ten�an que ver con los dibujos "blasfemos". La
experiencia tambi�n dej� su marca en las mentes de los l�deres pol�ticos
occidentales y ha influenciado fuertemente las discusiones subsecuentes, que
ahora suelen parecer centrarse en c�mo, no si, equilibrar la libertad con las
demandas de blasfemia musulmanas.
Como con otros casos, desde la
fatwa de Rushdie en adelante, la crisis de las caricaturas involucr� lo que
parece una desconcertante pluralidad de motivos a nivel local, nacional e
internacional, desde el resentimiento de tres imanes daneses por la poco
favorecedora cobertura en el peri�dico Jyllands-Posten, hasta el deseo del
gobierno egipcio de frenar una iniciativa de EE.UU. por la democratizaci�n en el
Medio Oriente.
A pesar de la frecuente
caracterizaci�n err�nea de la crisis como una erupci�n espontanea de ira del
"barrio musulm�n", miembros de la Organizaci�n de la Conferencia Isl�mica (OIC)
jugaron un papel vital en levantar y sostener la atenci�n en las caricaturas,
as� como guiando la reacci�n contra su legitimidad y peso. Despu�s, cuando el
antiguo primer ministro dan�s fue escogido para dirigir la OTAN, Turqu�a us� el
episodio de las caricaturas para apalancar dos nombramientos de alto nivel de
sus nacionales dentro de la alianza m�s importante de Occidente. A todos los
niveles de esta y otras protestas de blasfemia, la manipulaci�n pol�tica de
motivos religiosos ha sido prominente.
Incidentes como el de la
crisis de las caricaturas danesas tambi�n son el resultado de la presi�n
sostenida por un conjunto de actores de tres frentes principales para la
exportaci�n global de las normas de blasfemia isl�mica. Esta presi�n ayuda a
mantener el tema en Occidente mucho despu�s de que la protesta del mes se ha
desvanecido de los titulares.
En el m�s formal de estos
esfuerzos, la OIC ha buscado a trav�s de la ONU y otros foros internacionales
ganar respaldo oficial para una prohibici�n global sobre blasfemias contra el
Islam. Este esfuerzo en su forma actual comenz� con la poco notada resoluci�n de
1999 de la Comisi�n de la ONU sobre Derechos Humanos que fue inicialmente
llamada "difamaci�n del Islam", y luego retitulada "difamaci�n de las
religiones" ante la insistencia de otras delegaciones; la resoluci�n
representaba la creciente preocupaci�n de los pa�ses de la OIC y la reacci�n a
las criticas por derechos humanos en sus pr�cticas y la creciente atenci�n
contra el terrorismo isl�mico. Antes, esos gobiernos ya hab�an buscado eximirse
de los est�ndares internacionales de derechos humanos, presentando al menos dos
alegatos de "blasfemia" contra los Reporteros Especiales de la ONU que
levantaron temas sensibles sobre derechos humanos. Aunque esas resoluciones son
anteriores al affair de las caricaturas danesas e incluso los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001, ganaron fuerza en relaci�n con cada
incidente. Desde 2006 en adelante, las resoluciones de OIC han buscado afirmar
que la libertad de expresi�n debe limitarse en inter�s de otras metas,
incluyendo supuestamente la libertad religiosa.
Junto con el impacto de los
incidentes internacionales como la crisis de las caricaturas danesas y la vaga
amenaza de cargos legales, esta intimidaci�n ha creado un desincentivo masivo
hacia hablar p�blicamente del Islam, lo que tambi�n afecta la capacidad de los
musulmanes occidentales de debatir su interpretaci�n de su religi�n. El amplio
rango de palabras y personas blanco de amenazas demuestra que las medidas
legales limitadas para restringir ciertos tipos de expresi�n es poco probable,
para ponerlo suavemente, que produzcan armon�a social. A cambio, como puede
verse en los pa�ses de mayor�a musulmana que ya tienen esas leyes, las
prohibiciones del discurso patrocinado por el estado llevan t�picamente hacia
una mayor sensibilidad e incluso demandas en aumento de silenciar ideas con las
que no concuerdan.