El
caso Nazino fue la
deportaci�n masiva
de 6.114 personas -
de las cuales al
menos 4.000 murieron
en menos de cuatro
semanas - en la
Uni�n Sovi�tica, a
mediados de junio de
1933. La peque�a
isla solitaria ha
sido llamada "Isla
de la Muerte" o
"Isla Can�bal"
debido a la
desgracia que se
desat� entre las
personas que fueron
abandonadas all� sin
comida ni albergue.
Vassilii Arsenievhic
Velichko envi� un
informe de estos
eventos a Stalin. El
informe fue
distribuido por
Lazar Kaganovich a
miembros del
Politbur� y fue
preservado en un
archivo en
Novosibirsk,
Siberia.
Aqu�
vemos algunos
testimonios
asociados:
(De
"El comunismo en
emboscada�)
Notas
escritas por un
instructor del
comit� del Partido
en Narym en Siberia
occidental.
"El
29 y 30 de abril de
1933 dos convoys de
"elementos
obsoletos" nos
fueron enviados por
tren desde Mosc� y
Leningrado. A su
llegada en Tomsk
fueron trasferidos a
barcazas y
descargados, el 18 y
26 de mayo, en la
isla de Nazino, que
est� situada en la
juntura de los r�os
Ob y Nazina. El
primer convoy
conten�a 5.070
personas, y el
segundo 1.044: 6.114
en total.
Las
condiciones de
transporte eran
espantosas: la poca
comida disponible
era incomible, y los
deportados estaban
hacinados en
espacios casi
herm�ticos... El
resultado fue una
tasa de mortandad
diaria de 35-40
personas. Estas
condiciones de vida,
sin embargo,
probaron ser lujosas
en comparaci�n a lo
que esperaba a los
deportados en la
isla de Nazino
(desde donde se
supon�a que ser�an
enviados en grupos a
su destino final,
los nuevos sectores
que ser�an
colonizados m�s
arriba del r�o
Nazina).
La
isla de Nazino es un
lugar totalmente
inhabitado, carente
de cualquier
asentamiento... No
hab�an herramientas,
ni grano, ni comida.
As� es como comenz�
su nueva vida. El
d�a despu�s de la
llegada del primer
convoy, el 19 de
mayo, comenz� a caer
nieve nuevamente, y
aument� el viento.
Muertos de hambre,
extenuados por meses
de comida
insuficiente, sin
albergue, y sin
herramientas...
estaban atrapados.
No pod�an ni
siquiera encender
fuego para
protegerse del fr�o.
M�s y m�s de ellos
comenzaron a
morir...
El
primer d�a, 295
personas fueron
enterradas. Era s�lo
el cuarto o quinto
d�a despu�s de la
llegada del convoy a
la isla cuando las
autoridades enviaron
un poco de harina
por bote, realmente
no m�s de unas pocas
libras por persona.
Una vez que
recibieron esta
magra raci�n,
corrieron al borde
del agua y trataron
de mezclar algo de
la harina con agua
en sus sombreros,
sus pantalones o sus
chaquetas. La
mayor�a s�lo trat�
de com�rsela
directamente, y
algunos incluso se
asfixiaron. Esta
peque�a cantidad de
harina era la �nica
comida que los
deportados
recibieron durante
todo el per�odo de
su estad�a en la
isla.
Los
que ten�an m�s
recursos entre ellos
trataron de hacer
una especie de
rudimentarios
panqueques, pero no
hab�a nada para
mezclar o en qu�
cocinarlos... No fue
mucho antes de que
ocurrieran los
primeros casos de
canibalismo".
(De
una carta: "La isla
de la muerte�)
Querido Staff
Editorial:
Ustedes se est�n
ocupando de una
tarea muy buena y
�til, pero tambi�n
dif�cil: la b�squeda
de personas que
perecieron
inocentemente en el
tiempo de Stalin y
su rehabilitaci�n,
la restauraci�n de
su buena y
respetable
reputaci�n. En
nuestro pa�s hay
millones de ellos.
D�nde murieron, qu�
clase de muerte
tuvieron, d�nde se
encuentran sus
cenizas, todo eso es
desconocido a sus
familiares y
personas cercanas.
La
mayor�a de ellos
fueron disparados,
atormentados en los
campos del Lejano
Norte y muchos
murieron de hambre.
La
Isla de la Muerte
prueba esta tesis.
Est� situada en la
regi�n Tomsk, en el
distrito
Alexandrovsk, y est�
el pueblo de Nazino,
no lejos de la Isla
de Nazino. Esta isla
fue llamada Isla de
Nazino en otros
tiempos, pero a
partir de 1930, fue
llamada Isla de la
Muerte. Incluso los
marineros que
navegan el r�o Ob la
llaman por este
nombre.
En
los a�os 1929 y 1930
remolcadores sol�an
llevar tres a cuatro
barcos cada vez que
cruzaban el r�o.
Eran usados para
transportar "kulaks"
desde Rusia,
Ucrania,
Bielorrusia, de
todos los rincones
del pa�s.
Las
prisiones estaban
repletas con gente
(ni�os, mujeres,
ancianos, hombres) y
sobre las barcazas
la gente se
encontraba
amontonada
apretadamente, de
pie. Luego les
hac�an cambiar
posiciones porque
bajo cubierta se
sofocaban y fuera de
la cubierta el sol
los quemaba o eran
"acariciados" por el
mal clima.
As�,
los cultivadores de
grano y labradores,
nuestros
sostenedores de
familia, fueron al
exilio interno.
Usaban ropas ra�das:
armiaks (abrigos
campesinos de tela
gruesa), faldas de
lienzo, zapatos de
l�ber (fibra natural
de origen
vegetal)... Una
escena de horror.
Muchos murieron en
el camino. Cada vez
que el barco a vapor
atracaba a la orilla
del r�o, sacaban los
cad�veres y los
enterraban a toda
prisa...
Una
vez, llevaron gente
a la Isla de Nazino,
entre ellos hab�a
miembros de la
intelectualidad, de
la clase obrera,
granjeros y
criminales. Fueron
llevados a esta isla
olvidada de Dios,
que estaba cubierta
por sauces p�rpura.
No hab�a lugar donde
vivir, y simplemente
fueron dejados all�
para que se murieran
de hambre...
Unas
pocas veces,
observado por
guardias, un bote
con harina de
centeno vino a la
isla. Los centinelas
estaban temerosos
del hambre de la
gente y, por esa
raz�n, no permit�an
que el bote se
aproximase demasiado
a la orilla del r�o.
Los sacos de harina
fueron arrojados al
agua, y la gente
completamente
debilitada y
exhausta los sac� de
all�, abrieron
inmediatamente un
peque�o hueco en la
orilla, echaron all�
un pu�ado de harina,
la disolvieron en
agua y se la
bebieron de un
trago.
Sin
embargo, esta clase
de "asistencia" no
fue para todos
ellos; s�lo aquellos
que todav�a estaban
suficientemente
fuertes pudieron
compartir. Los
desafortunados
exiliados murieron
bajo cielo abierto,
rodeados por las
aguas del r�o Ob,
sin albergue, sin
comida.
Hab�a
muchas mujeres.
Muchas de ellas
pensaron en huir.
Los hombres
rompieron ramas de
los arbustos y
tejieron balsas
esperando poder
usarlas para cruzar
el r�o y alcanzar la
orilla opuesta, pero
las balsas eran
demasiado delgadas,
demasiado d�biles
para la carga
planificada, y se
hundieron.
Unos
pocos lograron
cruzar el r�o a nado
y esconderse.
Una
vez, en 1949, mi
esposo tuvo un
encargo en Kopashevo.
All� le dieron el
libro "La Isla de la
Muerte". Hab�a sido
publicado
ilegalmente.
Ley�ndolo hasta el
final, ya no pudo
dormir. Este libro
fue idea de alguien
que hab�a escapado,
sobrevivi� y ahora
pod�a contar toda la
historia.
Pienso que deber�a
comunicarse sobre
esto en el diario
regional de Tomsk,
para tratar de
encontrar ese libro.
La
gente querr�a saber
por qu� esa
humillaci�n, sin
juicio o
investigaci�n, fue
organizada a
espaldas del pueblo
sovi�tico.
A
partir de 1930 esta
isla es tambi�n
llamada la "Isla de
la Muerte". Para
confirmar estos
terribles hechos,
cito un art�culo
escrito por Vladimir
Sapozhnikov, fechado
el 24 de agosto de
1988, publicado en
el "Diario
Literario" bajo el
encabezado "�Y qui�n
es culpable, despu�s
de todo?".
Bien,
tales cosas
terribles est�n
sucediendo en
nuestro pa�s, con lo
mejor de lo mejor de
todo el pueblo...
Mientras haya gente
que vivi� en el
distrito
Alexandrovsk durante
la d�cada de 1930,
debemos apresurarnos
y no perder m�s
tiempo para
preguntar a los
�ltimos testigos de
la pasada tragedia
en el r�o Ob, en la
Isla de la Muerte.
Recuerdo c�mo, a
inicios de la d�cada
de 1960, una ni�a
pionera de Mosc�
hizo la siguiente
pregunta al staff
editorial del
peri�dico "Verdad
Pionera": "Pero,
�por qu� la isla (en
la regi�n Tomsk) es
llamada "Isla de la
Muerte"?". La
respuesta ten�a s�lo
unas pocas palabras,
pero incluso los
adultos desconoc�an
los antecedentes.
Stalin, el verdugo,
destruy� lo mejor de
nuestras vidas: los
granjeros, la clase
trabajadora y la
intelectualidad...
���No
est� el lugar de
Stalin, no est� el
lugar de Vyshinskiy
junto al Muro del
Kremlim, en el Santo
de los Santos???
Alguien deber�a
sacar sus cad�veres
fuera y destruirlos,
como en la pel�cula
"La Confesi�n"...
Querido Staff
Editorial... Muchas
gracias por todos
sus esfuerzos, pero
este trabajo
generoso es
necesario para
nuestra patria, por
el bien de la
humanidad.
Me
inclino
profundamente ante
ustedes.
Les
deseo �xito en la
detecci�n de los
cr�menes
estalinistas.
Suya
sinceramente,
A.
Barysheva�.
(De
"Isla Can�bal:
Muerte en un gulag
siberiano")
Un
testigo presencial
dijo a Krasnoyarsk
�Memorial� Society
(que se ha encargado
de investigar a
fondo el caso):
"Estaban tratando de
escapar. Nos
preguntaron "�d�nde
est� el tren?".
Nunca hab�amos visto
un tren. Preguntaron
"�D�nde est� Mosc�?
�Leningrado?".
Preguntaban a las
personas
equivocadas: nunca
hab�amos o�do hablar
de esos lugares.
Nosotros somos
Ostyaks (pueblos
siberianos). La
gente hu�a muerta de
hambre. Les hab�an
dado un pu�ado de
harina. La mezclaron
con agua y la
tomaron y luego
inmediatamente
tuvieron diarrea.
�Las cosas que
vimos! La gente
estaba muriendo por
doquier; se estaban
matando entre s�...
En la
isla hab�a un
guardia llamado
Kostia Venikov, un
hombre joven. Estaba
cortejando a una
bonita chica cuando
fue enviado all�. �l
la protegi�. Un d�a
tuvo que alejarse
por un rato, y le
dijo a uno de sus
camaradas,
"Cu�dala", pero con
toda la gente all�
el camarada no pudo
hacer mucho... La
gente agarr� a la
chica, la ataron a
un �lamo, cortaron
sus pechos, sus
m�sculos, todo lo
que pudieran comer,
todo, todo...
Estaban hambrientos,
ten�an que comer.
Cuando Kostia
regres�, ella
todav�a estaba viva.
�l trat� de
salvarla, pero ella
hab�a perdido
demasiada sangre".