(Art�culo completo
del mismo t�tulo
publicado en
Time (U.S.) el 14 de
diciembre de 1953)
Ocurri�
durante el primer
a�o de la Segunda
Guerra Mundial, pero
la historia de
destrucci�n de los
estados B�lticos
nunca ha sido
completa y
p�blicamente
contada. El
Representante
republicano de
Winsconsin Charles
Kersten, presidente
de una Casa Especial
del Comit�
Investigador,
comenz� a registrar
una de las m�s
espeluznantes
historias de este
terrible siglo.
El marco
hist�rico: las
naciones B�lticas de
Lituania, Letonia y
Estonia se separaron
de Rusia despu�s de
la Revoluci�n
Bolchevique de 1917,
convirti�ndose en
peque�as democracias
pr�speras (poblaci�n
total: 6 millones).
En junio de 1940,
tropas sovi�ticas,
polic�as y
comisarios
invadieron y
ocuparon las tres
naciones. Expulsados
por los alemanes a
mediados de 1941,
los rusos regresaron
en 1944. Desde
entonces, lituanos,
letones y estonios
han vivido bajo el
tal�n comunista.
En audiencias en
Washington y
Manhatan la pasada
semana, una cadena
de refugiados
b�lticos contaron al
Comit� de Kersten
c�mo era la vida
despu�s de la
invasi�n de 1940.
Tortura:
Encubierto para
proteger familiares
detr�s de la Cortina
de Hierro, un
sacerdote cat�lico
romano testific� que
a inicios de 1941 la
polic�a comunista lo
arrest� a �l y
muchos otros
lituanos por no
votar en unas
elecciones falsas.
En la prisi�n "los
otros reclusos y yo
�ramos sometidos a
tratamientos
brutales y
absolutamente
inhumanos... Mi
cabeza era golpeada
contra la pared
(hasta) que colaps�
en la inconsciencia.
Mis carceleros
alternaban tortura e
interrogatorio. En
total, fui
interrogado 18
noches desde las 10
en punto hasta las 4
de la ma�ana.
Durante esos
per�odos siempre era
desnudado y
brutalmente
golpeado. Un per�odo
en confinamiento
solitario dur� ocho
d�as, y durante ese
tiempo no me dieron
comida ni agua... En
otra ocasi�n, me
desnudaron y me
encerraron por
veinte horas en un
cuarto lleno hasta
la mitad con hielo".
Voldemar Ludig, un
estonio abogado y
empresario fue
arrestado en
diciembre de 1940 y
acusado de ser un
esp�a brit�nico. La
polic�a lo interrog�
diariamente por seis
semanas. Antes de
cada sesi�n los
carceleros lo
ablandaban
haci�ndolo pasar dos
o tres horas en una
diminuta celda de
concreto en la que
no se pod�a sentar,
estar de pie derecho
o recostarse. "La
caja", dijo Ludig,
"estaba iluminada
por una bombilla muy
potente. Te daba
dolor de cabeza, y
quedabas medio ciego
despu�s".
Deportaci�n
masiva: Una
mujer que pidi� no
ser nombrada en la
prensa porque su
marido todav�a pod�a
estar vivo y en
manos comunistas,
cont� al comit� que
poco despu�s de que
los rusos marcharon
en Lituania
comenzaron a enviar
hombres, mujeres y
ni�os a Siberia en
vagones de carga.
Separada de su
marido, pas� 17 d�as
de hambre y
pesadilla viajando
hacia el este en un
vag�n de ganado con
otros cuarenta
deportados, 15 de
ellos ni�os. En
Siberia vivi� en
toscas barracas y
trabaj� doce horas
al d�a en un grupo
de construcci�n.
Como en Lituania,
tambi�n fue en
Letonia: La se�ora
Zenta Vizbulis nunca
vio a su marido
despu�s de que la
arrestaron en la
ciudad letona de
Talsi. Ella tambi�n
fue enviada a
Siberia en un vag�n
de ganado
abarrotado. Los
esclavistas
comunistas la
pusieron a ella y
otras mujeres a
trabajar en granjas
colectivas. Algunas
veces vio grupos de
hombres trabajadores
letones de un centro
de trabajo forzado
cercano. "Eran como
esqueletos", dijo.
"Eran hombres
j�venes con
profundos ojos
negros".
Un m�dico-granjero
lituano, Mykolas
Devenis, fue enviado
a un campo de
trabajo �rtico
despu�s de pasar un
a�o en prisi�n. "Fui
asignado a trabajar
como m�dico", dijo,
"pero s�lo era un
simulacro de
pr�ctica, porque no
hab�a drogas ni
instalaciones... Los
deberes de un m�dico
eran s�lo descubrir
si un hombre pod�a
trabajar". Con una
dieta consistente
mayormente de sopa
de mijo y pan
adulterado con
aserr�n, muchos
prisioneros murieron
de escorbuto y
pelagra.
Hombres
robustos en su
veintena se
enfermaban en pocos
meses, perd�an sus
dientes y se
llenaban de llagas
que no sanaban. "Lo
�nico que yo pod�a
hacer", dijo el Dr.
Devenis, "era tratar
de extraer vitamina
C de agujas y pi�as
de pino. Entonces
sol�a cocinarlas en
una gran olla, y
todos los
prisioneros recib�an
un vaso de ese
brebaje para tomar
cada noche. No era
suficiente para
curar el escorbuto
ya desarrollado".
Asesinato:
Otro doctor, Edmund
Leetaru, testific�
que despu�s de que
el Wehrmacht hizo
retroceder a los
rusos, el sirvi� en
una comisi�n que
investigaba las
ejecuciones
comunistas en
Estonia, donde
Andrei Zhdanov era
el jefe rojo
supremo. La comisi�n
encontr� unos 200
cuerpos enterrados
en el campo de una
prisi�n en Tartu. La
mayor�a hab�an sido
disparados en la
nuca. Pero "varios
no ten�an ning�n
agujero de bala; sus
cabezas hab�an sido
aplastadas".
El jefe ruso en la
ocupaci�n de Letonia
durante 1940-41 era
Andrei Vishinsky,
ahora el jefe
delegado de la ONU
para la Uni�n
Sovi�tica, a quien
un testigo let�n la
semana pasada se�al�
como "el mayor
asesino en el
mundo". Despu�s de
que los rusos se
retiraron en 1941,
los letones en la
ciudad capital de
Riga crearon una
comisi�n, encabezada
por un jurista
llamado Atis
Grantskalns, para
documentar los
asesinatos de
Vishinsky y
compa��a. La semana
pasada Grantskalns
cont� sobre el
descubrimiento de
979 cuerpos de
letones asesinados
por los
conquistadores
comunistas. Las
v�ctimas, dijo,
inclu�an
intelectuales,
maestros, oficiales
del ej�rcito,
funcionarios de
gobierno, "los
l�deres de nuestras
comunidades".
En el jard�n de una
gran casa que hab�a
sido ocupada por el
NKVD, los
investigadores
encontraron 113
cuerpos en diez
tumbas. En el fondo
de cada tumba hab�a
dos cuerpos con
agujeros de bala en
la parte superior de
sus cr�neos; las
otras v�ctimas
hab�an sido
disparadas en el
cr�neo desde atr�s.
Grantskalns dijo:
"La �nica
explicaci�n que
podemos dar es
que... dos eran
elegidos para cavar
la fosa y luego
disparados cuando
hab�an terminado, y
el resto eran
disparados en el
borde de la fosa".
Pelagra es una
enfermedad causada
por una dieta
deficiente o
insuficiencia del
organismo para
absorber la niacina
(vitamina B3) o el
tript�fano (un
amino�cido). Suele
denominarse como la
enfermedad de las
tres D: dermatitis,
diarrea y demencia,
ya que se
caracteriza por
�lceras cut�neas
escamosas, diarrea,
cambios en la
mucosa, adem�s de
confusi�n mental y
alucinaciones.