Represi�n
Cuando se estableci� el poder
comunista se hizo necesario
tener colaboradores y guardias
leales. Ya estaba operativo el
Servicio del Instituto de
Asistencia Policial "P.D.". Con
pocas excepciones, estaba
conformado por lo peor de la
sociedad: ladrones y tramposos.
Esta instituci�n se convertir�a
despu�s en la Milicia Popular. A
muchos criminales empedernidos
se les confi� la organizaci�n y
supervisi�n de estas
instituciones.
La organizaci�n
de la Guardia de Trabajadores y
la Milicia Popular, estaba en
manos de un hombre con largo
registro criminal llamado Izak
Bucinskis.
Los
deberes de la polic�a fueron
asumidos por la reci�n fundada
Milicia Popular, aunque su
primera tarea indudablemente no
era luchar contra el crimen. Ese
concepto perdi� su significado
cuando los criminales fueron
librados de prisi�n, y se les
entreg� la direcci�n del
establecimiento de seguridad.
Los milicianos dominaron la
punter�a, por si deb�an
enfrentar a sus propios
compatriotas. Con dificultades
para leer y escribir,
controlaban documentos de
identidad en busca de enemigos
del nuevo r�gimen.
Los trabajadores
recibieron armas y fundaron los
Guardias de Trabajadores. Entre
ellos hab�a mujeres, con el
entendimiento que no cejar�an en
la ejecuci�n de sus funciones.
Para
disipar sospechas, muchos
trabajadores se unieron a la
Guardia, incluso cuando no
ten�an conexi�n con los
bolcheviques. Para justificar la
existencia de la guardia armada,
los bolcheviques inventaron
historias de horror sobre
sabotaje. Los guardias cuidaban
las f�bricas contra fantasmas
imaginarios.
Desde un
principio se crearon tribunales
para castigar a "traidores del
pueblo". Los traidores inclu�an
no s�lo a oponentes activos de
la sovietizaci�n, sino tambi�n a
todos aquellos que no hab�an
estado a la altura de los
deberes pol�ticos y econ�micos.
Las represiones
se manifestaron como directas
(arrestos, deportaciones al
lejano oriente de la Uni�n
Sovi�tica, asesinatos) e
indirectas (despidos,
represalias de naturaleza
econ�mica y hostigamiento).
Las represiones
sovi�ticas eran ejecutadas por
el Comisariato Popular de
Asuntos Internos (NKVD) y el
Comisariato del Pueblo para
Seguridad del Estado (NKGB), que
fue creado a inicios de 1941.
Estas instituciones represivas
todav�a son llamadas por el
nombre de su primer Cheka,
fundada en diciembre de 1917 y
conocida en Occidente por su m�s
reciente abreviaci�n, KGB
(Comit� de Seguridad del
Estado).
La Cheka serv�a
para "neutralizar" a aquellos
considerados "elementos
antisovi�ticos". Hac�a uso de
una amplia red de informantes.
Para legalizar la persecuci�n,
nuevas leyes les dieron incluso
poder retroactivo.
El
Comisario del Pueblo de Letonia
RSS, Ministro de Seguridad del
Estado, Semion Shustin, y el
Comisario del Pueblo para
Asuntos Internos, Alfons Noviks,
ten�an poder ilimitado y
arbitrario para hacer cumplir
decisiones del Partido
Comunista. La firma de uno de
ellos era suficiente para una
sentencia de muerte.
Los arrestos
comenzaron el 5 de agosto de
1940. De acuerdo al Art�culo 58
del C�digo Criminal de 1926 de
Rusia Sovi�tica, cualquiera
pod�a ser acusado de
"actividades antisovi�ticas",
cr�menes
"contrarrevolucionarios" o de
ser "desleal al r�gimen
sovi�tico".
El NKVD ten�a en
su comando una red extensa de
agentes cuyos informes fueron
trabajados por especialistas.
Todas las prisiones estaban bajo
el control de la polic�a
secreta, que ten�a a su
disposici�n unidades militares
especiales. Incluso la milicia,
la Guardia Obrera, los miembros
y candidatos del Partido
Bolchevique, miembros de la
Juventud Comunista y el resto de
las organizaciones de partido
auxiliares ten�an que obedecer
las �rdenes e instrucciones del
NKVD.
Un edificio en
la zona central de Riga, por
ejemplo, se convirti� en el
cuartel general del NKVD. En
noviembre de 1940 en la planta
baja y s�tanos de este edificio
fueron remodelados para
convertirlos en una prisi�n
especial para interrogatorio, y
provistos con celdas de 80x80
cm. llamadas "perreras" (en ruso
"sobachniki"), donde los
prisioneros no pod�an estar de
pie ni acostarse. Despu�s de
todo tipo de torturas el reo era
metido en estas celdas para
"recuperarse" hasta que fuera
sometido nuevamente a
interrogatorio, que sol�a
comenzar tarde en el atardecer y
durar toda la noche con el
prop�sito de forzar la confusi�n
del prisionero.
Para obtener
confesiones falsas de gente
inocente, los interrogatorios y
torturas pod�an durar semanas.
Las sentencias comunes eran
muerte o largos t�rminos de
prisi�n bajo condiciones
inhumanas, en especial en el
Gulag.
Los
archivos de la KGB contienen
informaci�n de 7.292 personas
que s�lo durante la ocupaci�n de
1940-41
fueron arrestados y sentenciados
(antes de la gran deportaci�n de
junio de 1941) por �luchar
contra el movimiento
revolucionario y la clase
trabajadora�.
De ellos 980 personas fueron
ejecutadas y enterradas en ocho
fosas comunes. El resto fue
enviado a campos siberianos. M�s
tarde lleg� la primera gran
deportaci�n de junio de 1941 de
la cual hemos hablado:
�El impacto del
pueblo let�n fue terrible. Tras
el 14 de junio la gente ten�a
miedo de permanecer en casa.
Muchos pasaban la noche con
conocidos en lugares distantes o
hu�an a los bosques. La emoci�n
prevaleciente era la
desesperaci�n. Una parte macabra
era que las autoridades fing�an
que nada hab�a pasado. Los
diarios no conten�an nada de las
deportaciones, nadie ten�a
ninguna informaci�n de aquellos
que hab�an desaparecido, no
hab�a a d�nde ir para conseguir
ayuda o informaci�n. El mundo
estaba en silencio�.
Es l�gico que
despu�s de estas terribles
experiencias, antes de la
segunda ocupaci�n sovi�tica en
el oto�o de 1944, unos 217.000
refugiados huyeran aterrorizados
hacia Occidente, esto es, el 12%
de la poblaci�n. Muchos
perdieron sus vidas en el Mar
B�ltico, y otros fueron
bombardeados, junto con sus
carretas tiradas por caballos.
Un
n�mero considerable fue
capturado y obligado a regresar
para esperar castigo por su
"deslealtad".
Entre 120.000 y 150.000
refugiados letones fueron los
que consiguieron asentarse en
Occidente.
Casi todos huyeron hacia
Alemania. Miles murieron durante
su huida. Suecia recibi� cerca
de 5.000 de estos refugiados.
Entre asesinatos, deportaciones
y hu�das, Letonia perder�a en
poco tiempo a toda su elite,
l�deres cultos, pr�speros,
educados, pol�ticamente activos
y espirituales. Solamente entre
los refugiados a Occidente
hab�an 627 miembros del plantel
universitario, 564 m�dicos, 766
ingenieros, 336 cl�rigos y 52
escritores. Un erudito let�n ha
estimado que el 70% de los
escritores, artistas, m�sicos y
actores de su pa�s ya hab�an
huido hacia Europa Occidental en
1945.
Esperaban
regresar pronto a su hogar;
cre�an que Occidente insistir�a
en la restauraci�n de la
independencia de los Pa�ses
B�lticos. Muy pocos pudieron
volver, aunque estuvieron bajo
fuerte presi�n para hacerlo.
La
ocupaci�n y sovietizaci�n
ocurrida en ese tiempo da�aron a
la sociedad de muchas formas.
Aquellos que huyeron a Occidente
se convirtieron en no-personas,
de quienes no se pod�a o�r nada
en la Letonia sovi�tica, al
menos nada ver�dico. Era
peligroso recibir
correspondencia de ellos. Y por
su parte, aquellos que fueron
enviados a Siberia eran
"traidores a su pa�s", as� que
era dif�cil mantener contacto
con ellos tambi�n.
Durante la reocupaci�n sovi�tica
de 1944-45, otras 18.438
personas fueron prontamente
arrestadas.
En total,
alrededor de 139.700 personas
fueron deportadas de Letonia
durante el gobierno de Stalin.
Durante toda la era comunista
51.973 letones fueron arrestados
y de acuerdo a la poco fiable
informaci�n oficial s�lo 1.986
de ellos fueron ejecutados. Esta
cifra no concuerda ni con el
inicio de las atrocidades
descubiertas en todas las
investigaciones serias
realizadas al respecto.
El
n�mero total de v�ctimas
conocidas del genocidio
comunista en Letonia -
arrestados, ejecutados y
deportados - ser�a de 191.673
personas. El n�mero real, sin
embargo, probablemente fue
superior porque no todos los
arrestos, ejecuciones y
deportaciones fueron registrados
y archivados. Adem�s, muchos
letones fueron asesinados en
Rusia, pero nadie sabe el n�mero
exacto. Y a esto se agrega que
durante la �Gran Purga�,
alrededor de 70.000 fueron
golpeados por la ola de terror
de 1937-39 y m�s de 25.000 de
ellos fueron asesinados.
S�lo entre 1945
y 1953, 119.000 personas fueron
reprimidas en la rep�blica.
Entre ellas, 26.500 fueron
arrestadas por las instituciones
del anterior Ministerio de
Seguridad del Estado. 2.321
fueron ejecutados como bandidos.
Las instituciones de la milicia
y el Departamento del Procurador
afectaron grave y directamente a
46.350 personas s�lo en ese
lapso.